Potenciales sobrinos
—¿Puedo casarme con ella? —Suspiro y me dejo caer en la silla junto a la cama de Peter.
—¿Por qué te quieres casar con todas mis enfermeras? —Su risa se ve interrumpida por una leve tos—. Controla tus hormonas adolescentes, me avergüenzas.
—Para eso están los hermanos mayores. —Guiño.
Rueda esos ojos mieles idénticos a los míos y a los de mamá.
—Solo prométeme que no la dejarás embarazada. —Se estira para alcanzar su videojuego a los pies de la cama—. Ese niño no sobrevivirá su vida entera atado a ti sin mí en este mundo para advertirle sobre tus estupideces.
Salto sobre mis pies y tomo el aparato antes que él.
—¿Qué dijimos de los comentarios sobre ti dejando de existir, Peter Thomas de Luca?
Sonrío con autosuficiencia cuando intenta quitarme el juego de las manos y lo elevo sobre su cabeza.
—Eres insoportable. —Exhala agotado—. Y lo siento. Sé que dijimos que tenías autorización para tirarme de la oreja como la mujer de la cafetería, Eliana, cuando hiciera ese tipo de acotaciones, pero ten piedad de tu hermano moribundo de quince años. Quiero obsesionarme con mi videojuego, así que dámelo.
—¿Y qué dijimos sobre victimizarse para conseguir todo lo que quieres? —Meneo el aparato frente a sus narices.
Trata agarrarlo pero lo aparto.
—¡Soy la víctima aquí! Y no hablo del cáncer, sino de mi perverso hermano con hormonas sexuales revolucionadas.
—¿Puedes culparme? Tu equipo médico parece sacado de una película porno, Peter.
Me arrebata con irritación el videojuego y salto sobre la cama.
—Si quieres liberar la tensión de tus pantalones, no lo hagas aquí, por favor. —Frunce el ceño, repugnado—. No quiero tus espermatozoides muertos contaminando mi espacio. Ya tengo demasiado con tu trase...
—Te quiero. —Suelto de golpe.
Las palabras mueren en la punta de su lengua y alza la vista de su aparato. Una inevitable sonrisa tira del lado derecho de sus labios.
—¿Algún día te quitarás esa costumbre de sacar tus sentimientos y pensamientos más profundos en los momentos más inadecuados? O sea, estábamos hablando de potenciales sobrinos en forma de espermatozoides hace medio minuto atrás —señala.
Me encojo de hombros y balanceo los pies en el aire.
—Soy un ser increíblemente inoportuno. Por cierto, ¿te gustaría ser tío algún día?
Él me lanza una mirada de no-vayamos-allí, y yo le lanzo la de claro-que-vamos-allí-maldita-sea.
—Me gustaría que tuvieras una niña. Sería gracioso ver cómo te las arreglas para explicarle qué es el período.
—Podría explicarlo con una metáfora —reflexiono—. Tal vez una cascada de kétchup o algo así.
—Será la niña más desgraciada de la historia.
«Gracias, hermano».
—No tanto —recuerdo—. Te tendrá a ti como tío a pesar de eso.
Me sostiene la mirada por unos segundos, todavía con esa sonrisa ladeada en el rostro. Aún no me acostumbro a verlo calvo, pero le digo que lo hace parecer más rudo, como Toretto. Muchos luchadores son calvos. También científicos.
Y los extraterrestres.
Ser calvo es la nueva tendencia. Haré un hashtag en Twitter.
—Tienes razón, me tendrá a mí.
Y yo lo tendré a él.
Y próximamente tendré un sándwich en mis manos porque tengo ham...
¿Qué diablos fue ese ruido?
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Lo que digo para salvarte
Teen FictionLos vivos nos aferramos a la esperanza, no lo olvides. Portada por: TylerEvelynRood