62. Roel

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¿Podrías regresar?

Era demasiado pequeño para entender algo, y ahora soy demasiado grande como para recordarlo.

Al mirar las fotos que se esparcen sobre la cama vacía, me veo a mí mismo de apenas tres años, sentado en un sofá raído, sosteniendo en mis brazos con ayuda de mamá un bebé con cara de pocos amigos.

Solo él podría lucir tan disgustado con alguien siendo un recién nacido.

«Roel, préstame atención» me diría si pudiera hablar con el de la foto. «Probablemente te olvides de lo que estoy a punto de decir dentro de cinco minutos, pero lo haré de todas formas, ¿sabes?» añadiría al tratar de hacer que me preste atención a mí mismo. «Lo que tienes entre las manos es a tu hermano, no un balón de fútbol, así que, por favor, ten cuidado». A continuación, el yo más pequeño me observaría confundido.

«Un hermano es... Muchas cosas resumidas en una palabra».

«Es la persona con la que crecerás. Es quien estará cuando tus padres ya no. Es a quien amarás cada día más. Es con quien reirás incluso cuando no quieras. Es quien, aunque le digas que no, insistirá en abrazarte porque no hay límites que no se atreva a cruzar por ti. Su nombre será Peter, ¿sabes lo que significa? Piedra. Sí, no te rías, y ni se te ocurra dirigirte a él como "Piedra" o "Mi hermano la piedra" porque mamá te golpeará. Ahora lo miras y piensas que no tiene conexión, ¿cómo puede algo tan frágil y pequeño ser llamado como algo tan duro y frío? Bueno, primero debes saber que hay muchos tipos de rocas. Están las preciosas y las semipreciosas, que brillan con los colores más hermosos que puedes imaginar, y también hay rocas volcánicas, que te hacen llegar una calidez capaz de derretirte —en serio, no se te ocurra tocar una, idiota—. El caso es que una piedra puede ser muchas cosas, como una persona. Sin embargo, hay algo que no varía. Las rocas son fuertes. Tu hermano lo será, incluso más que tú, así que admíralo día y noche, dile lo mucho que lo amas, que es tu héroe a pesar de que tú eres el mayor. Dile que... Solo dile todo lo que puedas y abrázalo mucho, por favor».

La foto se ve borrosa. Mi vista lo está.

Aparto todo y me tiro de espaldas sobre la cama, rodeado de recuerdos que se supone que ambos veríamos de grandes y nos reiríamos de ellos; los sacaríamos de un cajón cuando mamá ya no estuviera.

¿Cómo puede alguien que es parte de tu realidad irse así como así? 

A veces, cuando logro tranquilizarme, pienso que lo veré entrar por la puerta en cualquier momento,o me lo cruzaré en el pasillo y me dirá que no puedo ganar ninguna carrera en silla de ruedas. Su voz está tan latente en mi cabeza que lo oigo llamarme a veces. Eso duele mucho, pero también lo haría que se desvaneciera con el tiempo.

Duele recordarlo y también no, y solo pasaron unos días.

Apenas tenía trece, casi catorce. En unos días sería su cumpleaños y le haríamos con mamá un pastel de vainilla.

¿Cómo se supone que voy a vivir los próximos setenta años sin él? ¿Por qué no puedo verlo en mi graduación? ¿Por qué no puedo ir a la suya? ¿Por qué no me enseñará a conducir ya que es…? Ya que era bastante obvio que aprendería primero, porque era más inteligente. ¿Por qué mis hijos no tendrán la posibilidad de tener un tío o primos? ¿Por qué mi mamá perdió un hijo? ¿Por qué él?

Miro alrededor y me encuentro con sus cosas por doquier. Mis ganas de llorar se potencian cuando mamá se asoma por el umbral de la puerta, tan rota como yo. No viste su uniforme usual. Tiene días libres donde se supone que vamos a desocupar esta habitación.

Su habitación.

—Kenna despertó, mi amor —susurra.

¿Por qué tiene que aparentar ser fuerte por mí cuando quiere con tantas fuerzas dejarse caer? ¿Por qué pretende no odiar el mundo cuando sé que lo odia tanto como yo?

—Me alegro. —Sorbo por la nariz y comienzo a juntar las fotos otra vez.

No dice nada más. Ya hablamos de esto. Hablamos mucho las últimas noches, aquí sentados donde solía estar Peter.

Este es nuestro último día en el hospital Timothy Walls, para los dos dado que su traslado ya está en trámite.

No veo la hora de irme lejos.

Me iría con Peter si pudiera, pero eso sería demasiado lejos, aunque a veces lo pienso.

Lo que digo para salvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora