Capítulo 16

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MELANY

Ya habían pasado 3 semanas desde aquello, Nuria me recomendó unas pastillas para supuestamente curarme. Solo me causaban sueño, y lo odiaba.

Esto era horrible, me la pasaba todo el día encerrada en mi cuarto y solo tomaba aire fresco para ir al psicólogo de los...

Llevaba mucho tiempo sin ir a clase, pero no lo echaba de menos.

Y un día Carla empezó a escribirme.

Carla: Hey... Llevas varios días sin venir, ¿estás bien?

Visto.

Carla: No sé por qué me odias pero háblame por favor.

Visto.

Carla: Melany, respóndeme.

Bloqueada.

No quería hablar con nadie, estaba agotada de todo esto. Mi corazón se sentía agotado y confundido.

La música era lo único que me hacía sentir bien.

La música era mi medicina.

De repente vibró mi móvil.

¡Hola! ¿Te apuntas a este gran juego? ¡No te arrepentirás!

Sí. No.

¿Qué demonios?

Antes de que pudiera darle a la opción de rechazar, tocaron a mi puerta.

Era mi madre, que venía con una bandeja que tenía un vaso de agua y un bote de pastillas que detestaba ver.

La miré con la mirada agotada, apagada, vacía. Ya no tenía expresión.

-Venga cariño, solo queda una semana con esto, ya verás el gran cambio.

-Tú sí que has hecho un gran cambio.-le dije con el ceño fruncido apartando la mirada. Estaba muy enfadada con ella.

-Sabes que lo hago por tu bien.-me dijo seria.

-Me importa una mierda lo que a ti te parezca bien.-la miré con odio. Ella suspiró y puso la bandeja encima de mi estantería, después abrió el bote de pastillas y me dio una junto el vaso de agua.

-Acabemos con esto, por favor.-dijo finalmente.

Cogí la pastilla, me la metí en la boca y me la tragué sin necesidad de agua.

-Abre la boca.-le hice caso y tras revisar recogió las cosas.-Después de cenar te tomas otra.

La ignoré y ella cerró la puerta.

Escupí la pastilla.

Estaba cansada de tomar eso, solo me agotaba y me quitaba las ganas de vivir.

Aunque mi hermano me creyera, no me sentía querida, apoyada, comprendida... Todo lo contrario, me sentía igual que me sentí cuando la gente empezó a dejarme de lado.

Necesitaba tomar aire fresco, así que dejé el móvil en la cama y abrí la puerta de mi cuarto.

-¿A dónde vas?-me preguntó mi madre que estaba al fondo de las escaleras.

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