SERGIO
–¡No puedes hacer eso! ¡¿Tienes idea de qué podrían hacerle?! ¡¿De cómo se sentiría ella?!–oí a mi madre gritar.
De nuevo estaban discutiendo, los gritos se podían oír desde mi cuarto. Siempre era el mismo tema, que lo de Melany no era normal, que pudiera memorizarlo todo era algo muy extraño. Mi hermana se sentía mal, se sentía culpable, y ella tenía miedo de que las discusiones llegaran a peor o incluso la mandaran a donde querían mandarla.
A mi padre no le parecía nada malo, porque él solo quería que su hija fuera normal, que no la trataran mal, que ella no tuviera que vivir de esa forma.
En cambio mi madre se preocupaba de cómo se sentiría Melany, le daba igual que don tuviera, porque para ella siempre sería su hija, siempre la querría por cómo era.
Pero joder, si ella puede memorizarlo todo, siempre recordará cada discusión, cada palabra y cada insulto.
Odiaba tener que pensar en eso.
Pero qué podía hacer, solo era un niño de 11 años, había cosas que aún no podía comprender.Fui a la habitación de mi hermana, abrí la puerta y estaba en su cama, abrazando un cojín con una mirada triste atenta a la discusión de mis padres.
Ella tenía 12 años.
–Otra vez mamá y papá están enfadados.–le dije mirando al suelo. Ella me miró y suspiró.
–Ven.–dijo haciendo un hueco en su cama, fui y me senté a su lado. Puso su brazo a mi alrededor y me pegó hacia ella poniendo su cabeza encima de la mía.
Tengo que admitir que eso me hizo sentir bien, ya que a mí tampoco me gustaba oír a mis padres discutir. Sentir el apoyo y cariño de mi hermana era agradable.
–Tranquilo, todo está bien.–dijo en un tono tranquilizador. Yo solo asentí.
De repente se levantó y me miró a los ojos.
–¡Hey enano! ¿Y esa cara tan tristona? ¡Sonríe!–dijo intentando animarme, yo aparté la mirada.–Muy bien... Entonces tendré que... ¡¡Hacerte cosquillas!!–empecé a reír sin parar.
–¡¡Para!! ¡¡Para!!–le dije sin dejar de reír, ella se detuvo riéndose. Me miró fijamente y sonrió.
–Te quiero, enano.–dijo en un tono dulce. La miré a los ojos y la abracé.
–Y yo.–dije en voz baja.–Pero no me llames enano.–dije enfadado, ella soltó una carcajada.
–Está bien.–después de un silencio me susurró al oído.–Esto terminará pronto, te lo prometo.–sentí que esas palabras las dijo de corazón, y que estaba dispuesta a cumplir su promesa.
Desde entonces, siempre he llevado ese recuerdo conmigo, de cómo me trató mi hermana en todo momento. De cómo me cuidó, me protegió y me intentó animar cuando estaba triste. Aunque ella y yo tengamos nuestras peleas, siempre me acordaré de todo lo que hizo por mí y siempre le estaré agradecido de ello.
Pero no me esperaba esto. Oí que ella empezó a decir que conocía a gente que ni siquiera existía, mis padres, no sabían qué pensar.
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Imborrable
AcakYo sólo observaba sus acciones, pero nunca les tomaba importancia. Esas personas dejaron de verse, pero nunca me preocupé. Mi mejor amigo por el que descubrí tener sentimientos hacia él, desapareció sin dejar rastro, nadie se acordaba de él, no habí...