MELANY
–Venga, colocaos, os voy a hacer una foto. –dijo mi madre sacando su cámara.
–Felices 16, Melany.–dijo Carla con una sonrisa.
–Gracias, Carla.–dije devolviéndole la sonrisa.
–¡¡Sonreíd!!–dijo Kevin poniéndose en medio de nosotras. Colocó su brazo en el hombro de cada una y nos junto.–¡¡Patataaaa!!–dijo en tono de melodía. Carla y yo empezamos a reír.
Click.
–Muy bien chicos.–dijo mi madre riendo.
–Bueno, ¡me pido el primer trozo de tarta!–dijo Sergio cortando un trozo de la tarta de chocolate y nata que llevaba escrito "Feliz cumpleaños, Melany".
–¡Sí, hombre!–dije sarcástica mientras reía.
Mi madre y yo nos pusimos a darle a cada uno un plato con un trozo, después de tenerlo todos, nos sentamos en el sofá.
Era tan relajante estar así. Con mis amigos, mi familia. Sin problemas ni preocupaciones. Todo era tranquilo, uno de los mejores momentos de mi vida.
Pero...
Un momento...
Algo iba mal. El ambiente había cambiado.
Me quedé mirándolos a todos durante unos segundos...
Esto no era lo que yo recordaba.
Carla llevaba una coleta, ella casi nunca se las ponía. Kevin lleva un jersey, no llevaba eso en mi cumple...
¡¿Qué está pasando?!
–¿No comes, tesoro?–preguntó mi madre mirándome. Llevaba unos minutos sin probar la tarta.
–Sergio.–dije mirándolo a los ojos.–¿Desde cuando te gusta la tarta?–Recuerdo que en mi cumpleaños él dijo que no quería y ahora lo veía comiendo tan tranquilo. Sergio alzó una ceja mientras tragaba un trozo que estaba comiendo.
–Desde siempre.
–¿Qué? Tú odias la tarta, la detestas.–dije seria.
–¿Qué dices? No me vengas con bobadas porque no te voy a dar mi trozo.
¿Pero qué demonios...?
–¿Te has tomado la pastilla?–dijo una voz desconocida.
–¿¿P-Pastilla...??–dije mirando a todos lados.
Estaba aturdida, sin entender la situación.
El salón de mi casa donde se encontraban todos, se tiñó de negro, dejándome a mí sola, perdida, en la nada.
–¡¿Mamá?!–grité mirando a los lados, esperando a que alguien respondiera.–¡¿Papá?! ¡¿Sergio?! ¡¡¿Chicos?!!
No había respuesta, ni un sólo ruido, sólo el de mi respiración acelerada.
Y entonces pude observar un pequeño destello blanco que se acercaba más y más a mí. No supe qué hacer, su brillo me impedía apartar la vista.

ESTÁS LEYENDO
Imborrable
CasualeYo sólo observaba sus acciones, pero nunca les tomaba importancia. Esas personas dejaron de verse, pero nunca me preocupé. Mi mejor amigo por el que descubrí tener sentimientos hacia él, desapareció sin dejar rastro, nadie se acordaba de él, no habí...