Capítulo 18

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~Especial~

MELANY

–¡¡Socorro!!–gritaba mientras corría sin parar. Sabía que si bajaba la velocidad el perro del vecino que me perseguía me haría mucho daño. Debí haberles hecho caso a mis padres cuando me dijeron que no me acercara a él, pero yo solo quería darle un poco de comida. Nunca me imaginé que viniera a por mí.

Mis piernas eran cortas, apenas tenía 10 años, por el camino me resbalé y me hice una herida en la rodilla. Había comenzado a llover fuertemente y asustada me levanté y me subí al árbol de la plaza a la que había llegado. El perro saltaba intentando subir mientras ladraba y yo gritaba llorando.

–¡Oye tú!–dijo una voz. El perro se giró y dirigí mi mirada a ese héroe.

Era un chico de mi misma edad, que sin miedo alguno le lanzó un palo al perro y este fue corriendo a por él y desapareció en la niebla.

Cuando el perro se había ido, yo seguía fuertemente agarrada a la rama del árbol. El chico se acercó a mí y extendió su brazo.

–¿Estás bien?–me preguntó. Lo miré y pude ver dos ojos color miel preocupados.–Tranquila, ya se ha ido.–dijo en un tono tranquilizador. Sentí una sensación extraña y le di mi mano. Me ayudó a bajar y me sonrió.

–Gracias...–le dije sin dejar de mirar sus ojos.

–De nada. Me llamo Kevin, ¿y tú?–dijo sonriente.

–Eh... Melany.–le dije y él bajó su mirada a mis piernas.

–¡Te has hecho daño!–exclamó.–¿Te duele?

–Un poco.–de repente sacó un pañuelo azul de su bolsillo y se agachó. Me lo ató a la rodilla y después me regalo una de sus sonrisas.

–Mucho mejor.–dijo, entonces el perro volvió con el palo en la boca. Grité y él me agarró de la mano.–¡Sígueme!

Empezamos a correr bajo la lluvia, el perro nos estaba persiguiendo pero sólo podía fijarme en la espalda de Kevin. Lo miré con admiración, ese chico parecía valiente y yo era una miedosa.

No sé por qué, pero él me hacía sentir extraña.

Los lazos de mis coletas se desataron y me quedé con el pelo suelto.

Nos dirigimos a un muro un poco alto, me asusté al pensar que Kevin se proponía que lo saltáramos.

–¡Kevin, mi rodilla...!–le recordé y el dirigió su mirada a mí.

–¡Tranquila, confía en mí!–dijo sin dejar de correr. Lo miré fijamente y asentí.

Corrimos directos al muro y en el último segundo Kevin cambió de dirección y el perro se estampó contra él. Entonces paró de llover.

–Rápido, ¡vámonos de aquí!–dijo y volvimos a correr.

Fuimos corriendo hacia mi casa y mi madre rápidamente abrió la puerta.

–¡¡Melany!!–me gritó mientras se agachaba y me daba un abrazo. Mi hermano estaba en el pasillo observando.–¡¿Cuántas veces te he dicho que no salgas de casa?! ¡¡Tu padre ha salido a buscarte!! ¡¿Dónde estabas?! ¡¿Tienes idea del susto que nos has dado?!–me echó la bronca mirándome a los ojos.

–¡Perdón, mamá! ¡Fui a darle de comer al perro del vecino y me empezó a perseguir! ¡Lo siento, debí haberte hecho caso!–le dije triste y ella me volvió a abrazar.

–Dios mío, menos mal que estás bien... Tranquila, no pasa nada, pero ni se te ocurra volver a hacerlo.–me dijo en voz baja. Se giró y vio a Kevin que estaba detrás de mí.–¿Quién eres tú?

–Mamá, él es Kevin, él me salvó.–le expliqué.

–¡Muchas gracias! ¿Cómo puedo agradecértelo?

–Descuide señora. –dijo sonriendo.–Me tengo que marchar, mi madre debe estar muy preocupada también. ¡Adiós, Melany!–se marchó sin más.

–¡Adiós...!

–Cariño, ¿conoces a ese chico de algo?–me preguntó mi madre.

–No mamá...

–¡Melany tiene novio! ¡Melany tiene novio!–decía Sergio señalándome y riéndose.

–¡¡Eso no es cierto!!–le grité enfadada.

–¡Sergio, no molestes a tu hermana!

Entonces antes de entrar a casa miré al cielo que reflejaba un precioso arco iris.


Días después fui a mi primer día de colegio y al llegar vi a ese chico de ojos miel mirándome mientras movía su brazo de un lado a otro.

–¡¡Hey, Melany!!

Que pena que ahora él sólo sea parte de mi pasado...

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