~Especial~
KAROL
–Mamá, papá, tenemos que hablar.–les dije a mis padres sentada en el sofá mirándolos fijamente mientras apretaba los puños.
Por fin había decidido salir del armario y confesarle a mis padres todo lo que sentía. Ellos estaban en el sillón que tenía delante mirándome con atención.
–¿Qué pasa?–preguntó mi padre.
–Karol, tu padre y yo tenemos un poco de prisa.
–Soy lesbiana.–solté sin más. Mis padres intercambiaron miradas.
–¿Perdón? –dijo mi padre.
–Que me gustan las chicas, papá.
Sora me miraba mientras meneaba la cola de un lado a otro. Sora, es mi perro, de raza husky. Creció junto a mí y es lo mejor que he podido tener.
–Está bien.–dijo mi madre.
–¿Cómo que está bien?–saltó mi padre.–¿Tú la estás escuchando? ¡Que le gustan las mujeres dice!
–¿Qué problema hay?–dije con el ceño fruncido.–A ti también te gustan.
–Sí, pero yo soy un hombre, y tú una niña de 15 años.
–Hugo,–dijo mi madre mirándolo fijamente.–déjala. Vámonos ya, se nos hace tarde.
–Está bien.–dijo levantándose.–Y tú, déjate de tonterías y ponte a estudiar.–me miró con asco.–Que le gustan las mujeres dice...–le oí susurrar. Mis padres cogieron sus cosas y se marcharon.
Di un suspiro y me puse la mano en la frente.
Sora se acercó a mí y puso su pata en mi pierna. Me quité la mano de la frente y lo miré a los ojos.
Sonreí y lo acaricié.
–Esto es horrible, Sora. Pero ya sabíamos que no iba a ser fácil.–Sora ladró.–Al menos mamá parece que acepta que soy homosexual.–suspiré.–Sólo queda decirles que tengo novia...
En ese momento mi móvil comenzó a sonar. Lo cogí y vi que mi novia me estaba llamando.
–¡Hola, guapa! ¿Cómo te fue?–preguntó.
–No muy bien que digamos... ¿Y a ti?–ella y yo no habíamos salido del armario, así que habíamos planeado hacerlo las dos juntas.
–Aún no he podido...–dijo con la voz baja.
–Joder, Laura. Quedamos en que lo haríamos juntas.
–Lo sé, pero necesito tiempo. Se lo diré, confía en mí.–la oí suspirar.–Te dejo, tengo que hacer deberes. Te quiero.
–Yo también te quie...–ya había colgado. Dejé el teléfono en la mesa y di un largo suspiro.
Sora me miró y se sentó a mi lado.
–Hey, a mamá no le gusta que estés en el sofá.–dije sonriendo. Sora me miró triste y le acaricié detrás de la oreja.–Pero hoy puedes quedarte.

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Imborrable
De TodoYo sólo observaba sus acciones, pero nunca les tomaba importancia. Esas personas dejaron de verse, pero nunca me preocupé. Mi mejor amigo por el que descubrí tener sentimientos hacia él, desapareció sin dejar rastro, nadie se acordaba de él, no habí...