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Para la siguiente semana, después de haber realizado los reportes necesarios por el incidente anterior, llegó el día para comenzar con las clases extracurriculares.

El primer taller del ciclo escolar era aprender a controlar los cambios de la parte humana a la parte animal.

El taller se había dividido por grado, así que para los 3eros, ese día sería impartido por el mismo Jungkook, por lo que sus alumnos habían decidido acaparar las primeras 4 filas de sillas en el auditorio.

Un golpe, dos golpes y un tercero para comprobar que el sonido llegaba a todo el auditorio. Empezó con una explicación simple y divertida para finalmente pasar unas impresiones con dibujos y diferentes ejercicios.

Las impresiones facilitan la vida de los profesores y de los alumnos, se dijo el maestro de 3°C mientras bajaba del escenario y se acercaba a la zona donde sus niños ya estaban trabajando.

Después de los primeros 60 minutos de las 2 horas y media de taller comenzaron con la práctica, ante los ojos de los niños aparecieron el alfa del maestro JooHeon de 3°A, un oso pardo, el omega del maestro Jimin, un gato Calico y finalmente él, un alfa de lobo.

Los niños comenzaron a tener tiempos para relajarse y permitir a su cachorro salir.

Hasta que un grito resonó por la habitación color crema.

Wonwoo estaba asustado, viendo a un perro frente a él, no le importaba que especie era, aquella cosa peluda y grande -en realidad aún era un cachorro, pero el miedo le jugaba en contra- era un perro.

El alfa de Mingyu solo soltaba pequeños chillidos dolido hacia el pequeño cuerpo pálido, quien después de muchas lamidas en la cara por parte del maestro logró convertirse en gato y acercarse al animalito.

Primero dio un par de vueltas alrededor del cuerpito quieto del perro, con la cola esponjada y sus pequeñas garritas listas, después lo olfateó y finalmente, cuando se sintió seguro, dejó una pequeña lamida en la nariz negra.

El lobo de Jungkook aulló feliz al ver a todos sus niños transformados, todo iba de acuerdo al plan, y si así seguían no habrían problemas más adelante.

Después de que el taller y las transformaciones terminaran, los niños salieron corriendo a receso, dejando a los tres maestros solos.

— Hey, JooHeonie, Jiminie. Ahora me tienen que pagar lo de la apuesta. A que nunca habían visto una transformación colectiva tan rápida.

— Cállate, es solo tú suerte por tener el primer taller.

— Aún así, quiero mis bolsas de dulces dobles. Mis niños se lo ganaron.

Donde los colores terminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora