veinticuatrO ×ediT×

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Han pasado 3 meses desde lo acontecido, los maestros tienen más cuidado con los niños, y aunque todos han tratado de ayudar a Wonwoo, el niño no habla con nadie más de 5 minutos si no son Mingyu o Jungkook.

De hecho a finales de abril Jungkook pidió a sus superiores dejar de ser tiempo, pero le fue denegado, puesto que ni el, ni Hoseok podían evitar lo inevitable, eso era parte de la historia de los niños.

— Bueno niños, hoy tengo que hablar con ustedes; en un mes se terminan las clases...

Los gritos se escucharon por todo el salón con la emoción cargada y por un segundo vio a Wonwoo sonreír, partiendolo un poco más de nuevo.

— Y serán el coro de graduación para los de último grado, pero también les tengo una mala noticia, para el próximo año yo ya no seré maestro en esta escuela.

Los abucheos y pequeños pucheros no se hicieron esperar, y mientras los ojos se le llenaban de lágrimas solo pudo sonreír y decirles lo mucho que los amaba.

— Estoy seguro de que serán el mejor grupo que tendré, así que no hay que ponernos tristes que hoy es viernes de película.

— ¡Pon Aladdín Kookie!

— No, mejor Robbin Hood.

— ¡Si, esa! Para aprender a cuidar a Wonwoo con flechas.

Todo el grupo quedó en silencio cuando vieron a Jungkook derrumbarse en el suelo llorando por la culpa.

— Kookie, voy a estar bien. Tu nos vas a cuidar a Mingyu y a mi siempre. Lo sé.

En alguna parte del destino que esos dos niños tenían juntos pudo verlos casados y con tres hijos, y maldición, Jungkook sabía que con ese futuro, él y su marido serían como los ángeles guardianes de ambos chicos.

— Así es bebé, siempre.

Donde los colores terminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora