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El fin de semana se había ido más rápido de lo deseado, pero eso no evitó que Jungkook llegara sonriendo a la dirección para firmar su asistencia.

Saludó a sus amigos y se fue de paso hasta su salón, donde comenzó a escribir el tema del día en el pizarrón para adelantar trabajo.

Hasta ahí todo bien.

Sin embargo para cuándo se dio el toque de entrada, la mamá de Mingyu estaba afuera del salón y sin el niño cerca.

— Buenos días señora Kim.

— Hola maestro, mire, para no quitarle mucho tiempo, Mingyu se ha sentido mal estos días y en casa preferimos que falte unos días hasta que el esté bien.

— ¿Pero es algo de tipo médico?

— Oh no, para nada. Es solo que me contó el problema del viernes con Wonwoo, suponemos que su alfa se siente culpable y tiene miedo de que su omega le rechace.

Jungkook iba a contestar que probablemente era aquello, pero pequeños tirones en su camisa de cuadros roja le hizo girar hacia abajo, topandose con los inexpresivos ojos rasgados de Wonwoo, quién dejó un lindo sobre color rojo con una calcomanía de perrito.

— Es para Mingyu.

[...]

El niño pelinegro estaba terminando su tarea de sucesiones numéricas cuando el sonido del teléfono de la casa le hizo pegar un pequeño saltito en su asiento.

Al parecer Mingyu le había marcado, y el de ojitos de color gris no pudo evitar correr emocionado para arrebatarle el teléfono a su mamá.

Hola Wonnie... - la voz del alfa sonaba quedito desde el otro lado, como si tuviera pena.

— ¡Hola MinMin! Te extraño mucho - la voz usualmente tranquila del mayor de los niños se alzó y dejó sorprendido a Mingyu, provocando de paso un fuerte sonrojo en Jeon - Te quiero.

Yo también te quiero Wonnie bonito, mucho mucho.

Feliz, la mamá de Wonwoo le marcó a su esposo para darle la buena nueva; todo iba perfecto.

Donde los colores terminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora