Hecho de Explosiones de Roca

[Día 5] Reencarnación

1918

Las bombas parecían reventar sus oídos de forma estruendosa, no podía quedarse en un solo lugar quieto sin que el aroma a putrefacción y la sangre salpicara sus ropas, todo era luz y gritos desgarradores, el rubio veía con asco como miles de sus compañeros habían caído muertos, algunos seguían disparando tras unos muros de metal, sacó varias granadas de su cintura, esto era algo que no podía evitar.

El olor a pólvora lo invadió, y un grito cargado de furia dio al correr y lanzar aquella granada a aquellos idiotas desprotegidos de sus enemigos, explotando al instante, saliendo él ileso, las piernas le dolían, lo más probable era que no soportaría más.

— ¡BAKUGOU!

Volteó.

Aquel idiota pelirrojo lo miraba con desesperación y corrió hacia él, jalándolo y cubriéndolo en el suelo con un escudo encima de ellos, una estruendosa explosión resonó y no pudo hacer más que aplastarse al suelo, de seguro sus granadas no le habían partido la cara a uno de los del bando contrario y no lo había notado, chasqueó la lengua con preocupación.

— ¡NO SEAS IDIOTA! —Gritó cuando el bombardeo se detuvo, este se dirigió hacia el pelirrojo que había quedado herido ligeramente en la espalda, lo llevó con dificultad pero seguro hacia la base, que no se encontraba muy lejos de ahí.— ¿¡ACASO QUIERES ESTAR MUERTO!? ¡HUBIERAS SOLO DISPARADO Y DEJARME...!

— ¿Morir...? No, nunca lo haría. —El joven murmuró con dificultad para respirar, estaba demasiado cansado y el humo no le ayudaba para nada.—Hicimos una promesa, Bakugou.

Las balas disparadas no lo dejan escuchar con claridad, pero entiende su mirada.

«—Si tuvieras un súper poder... ¿Cuál escogerías? ¡Yo desearía ser de roca! Y así defendernos de todo tipo de bombas. »

—Eres un idiota, Kirishima.

«—Eso es muy infantil.

—¡Vamos responde...!

—Ugh... Bueno.... Desearía poder controlar todo tipo de explosión, para así no tener más enemigos. Les volaría la cabeza a todos.»

Kirishima le sonrió

«—Prométeme que estaremos juntos en nuestras siguientes vidas.

—Lo prometo.»

Y ante ese pequeño momento, Bakugou olió algo a punto de quemarse.

Una explosión.

El último recuerdo que tuvo fueron los rojos ojos de Kirishima mirando los suyos, esperanzados en un futuro inalcanzable, un mañana en el que pudieran ser felices.

Actualidad.

—¡Bakugou!

—¿¡Qué quieres ahora, pelos de mierda!? —Gritoneó el rubio soltando explosiones de sus palmas, que evitó el pelirrojo cuando endureció sus brazos.

—¡Ya te dije que tu quirk no hace efecto conmigo!

—Idiota.

Ambos se veían felices, viviendo una realidad como los sueños de aquellos adultos que esperaban una salida, con una llamada de auxilio y sueños rotos.

Tal vez la reencarnación era cierta.

Pero bueno, qué sabrían ellos.