[Día 15] Mafia

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[R18]

Sonidos de suspiros llenaban la habitación de forma estruendosa, jadeos combinados con maldiciones además de ciertos gemidos ligeros que salían de ambos labios, ligero brillo labial correteado por sus bocas, peinados hechos a perder y trajes desordenados. Bakugou estaba sentado sobre una silla y Kirishima estaba comiéndole la boca sin darle tregua.

Sus lengua se entrelazaban, cada vez el rubio veía más borroso, pero no dejó que aquel idiota lo manipulara, sus brazos agarraron con fuerza su cintura, para poder halarlo y separarlo de una buena vez de sus labios, al final dejando un sonido de chasquido que solo hizo encender más a ambos.

—¿Por qué...? —Kirishima volvió a intentar besarlo. —Hijo de puta. —Una simple cachetada fue suficiente para poder detenerlo. La palma del rubio quedó impregnada en la mejilla de su contrario, este empezó a reírse como loco. —Te he preguntado algo ¿Qué deseas?

—Tan atrevido como siempre Blasty... —Bakugou pudo observar al pelirrojo agarrarse la mejilla y sonreír de oreja a oreja, con aquellos ojos rojos mirándolos fijamente. —¿No puedo venir y–

—Necesitas de mis chicos ¿No?

—¡Brillante! Simplemente Impresionante. Inteligente y directo, así me gustas, mi Katsuki. —El pelirrojo celebró y dio pequeños saltos en la entrepierna del rubio, este suspiró entrecortado. —¿Qué pasa Blasty? ¿Acaso te comió la lengua el gato? —con aires de inocencia y falsa pena el pelirrojo habló. Bakugou gruñó frustrado.

—Déjate de joderme, Eijirou.

—Owww. —Soltó un quejido lastimero, mientras exageraba sus expresiones. —Yo que te estimo... Te deseo lo mejor... Yo que te aprecio... —sus palabras fueron degustadas como si fuese un dulce manjar. —Pero sí, joderte es delicioso. —Su voz llena de codicia fue apagada por un beso brusco por parte del rubio, pocas veces era el rubio quien tomaba la iniciativa, Kirishima quedó complacido.

—Si necesitas de mí sabes lo que tienes que hacer.

—Es un hecho, Katsuki.

Y empezaron a besarse, esta vez, apasionante.

Sus bocas derramaban gotas de saliva que se escapaban por breves separaciones de aire, juntaban sus lenguas, las hacían bailar juntas, sus manos tampoco podían estar quietas, las del pelirrojo subían el formal traje del rubio y bajaban aquellos pantalones anchos de cremallera. Mordía, Lamía, chupaba y hacía cual cosa que se le antojase en sus labios los degustaba como si fuera un caramelo, como agua en el desierto, así de extasiados se encontraban.

El pelirrojo rápidamente al darse cuenta que el rubio había caído invirtió posiciones, él se levantó a mitad de aquel beso para poder quitarle su chaqueta y al mismo tiempo empotrarlo contra el escritorio de su oficina, Bakugou tembló cuando su chaqueta quedó en el suelo y los botones de su camisa explotaron de una sola jalada, sus ropas quedaron hechas un desastre, sin embargo nunca se detuvo.

—Esto era de marca, jodido imbécil. —logró murmurar con dificultad en cuanto el pelirrojo empezó a morder su mandíbula hasta llegar a sus hombros, pasando por su cuello y clavícula. Tembló cuando sintió el ya olvidado escozor de una mordida, jadeo también cuando Kirishima lamió y siguió bajando, dejando marcas en todo su cuerpo.

—Podrías recompensártelo... —contestando la antigua pregunta de una frase inquisitiva, Kirishima desabrochó la correa que le imposibilitaba el acceso a las zonas bajas, cuando sus manos llegaron a aquel punto, el rubio no pudo evitar soltar un gemido ahogado.

—Hijo... De puta... —un espasmo recorrió su cuerpo cuando el pelirrojo dio un apretón bastante fuerte en su miembro erecto, aún oculto tras sus pantalones, Bakugou quebró su espalda mientras sus uñas se enterraban en la espalda de muchacho, que quién sabe como este se había quitado la camisa.

—¿Qué dijimos de los insultos?

—Vete al cara– ¡Ah! —soltó una especie de chillido cuando Kirishima presionó con el pulgar la punta de su virilidad, su cuerpo se estremeció en placer y más quejidos salieron de su boca. —E–Ei, ah– ¡Ahí no! —nuevamente su voz salió deformada, el pelirrojo ya había llevado sus pantalones hacía sus rodillas y con mas facilidad podía presionar sus puntos sensibles, esta vez, por debajo de sus testículos, justo en... —¡Oh santa mierda!

—Insuuultooos. —Volvió a reclamar siguiendo presionando los dos puntos, Bakugou seguía soltando maldiciones, esto lo enojó un poco. —¿Qué te sucede hoy? ¿Quieres probar el masoquismo? Me estas haciendo enojar. —Su boca se dirigió a sus pezones, mordió y chupo con fuerza cada uno de ellos hasta dejarlos de un color rojo vivo. —¿O es que no quieres mi agradecimiento? Pensé que te hacía disfrutar mucho...

—La sobrestimulación no se puede tomar a la ligera, jodido idiota. —Bakugou ya más calmado se quitó las lágrimas que amenazaban con caer de sus ojos y rodar por sus mejillas aquellas que quedaron sonrojadas al ver la mirada que Kirishima tenía en sí. —¿Que suced–

—Sabes que nunca me importó lo que suceda realmente ¿No? —sus muñecas fueron tomadas rápidamente y atadas con la corbata que él había usado, el pánico se apoderó de sus ojos cuando también vio que tenía las mismas intenciones con sus piernas, forcejeó pero el idiota tenía ventaja. —Upsi. —Aquella falsa tristeza característica del pelirrojo se presento en su rostro. Bakugou estuvo a punto de gritarle todos los insultos que se sabía, pero el pelirrojo negó y lo calló con su polera.

—Las perras no hablan.

Y aquella piel de leche recibió el primer manotazo de la noche.

Kirishima amaba aquellas situaciones, cuando Bakugou se sometía, cuando por fin lo podía tener temblando y gimiendo bajo sus brazos. Todo por un costo.

Y a Bakugou digamos que aquello, no le desagradaba del todo.

Después de todo, él era el jefe de la mafia.

Pero. ¿Qué dirían sus hombres al verlo empotrado en el escritorio bajo las manos de su lacayo más incompetente?

Hecho de Explosiones de RocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora