[Día 28] Híbridos

2.2K 463 38
                                    

Bakugou Katsuki, hijo de la gran Súcubo Mitsuki.

Primer íncubo hombre.

Bien, que era un milagro el hecho que las súcubos hayan podido procrear a un hombre de su especie, y para suerte, mitad humano, he ahí Bakugou Katsuki.

Demonio de ojos rojos y cabellera tan dorada como el sol en un atardecer, labios pecaminosos y un cuerpo vagamente escondido bajo su traje sinvergüenza, que no llegaba a tapar mucho más allá de únicamente sus zonas íntimas.

Visto por pocos, deseado por muchos, incluso por algunas súcubos que vivían en el infierno con él. Fue y sigue siendo considerado uno de los mejores en su especie, el único que en tan poco tiempo ha logrado producir tanta lujuria en tantos hombres.

Su vida eterna era un festín.

Pero cambió mucho cuando de un momento para otro, tuvo otra invocación.

Bien, le pareció fácil. Un chico joven de unos veintitrés años aproximadamente, animado, siempre sonriente, parecía ser el típico virgen inexperto.

Parecía.

Pues cuando se presentó ante el humano lo primero que sintió fue sus labios contra los suyos, robándole el aliento y sin dejarlo soltar una sola palabra.

—¿Ansioso? Nunca he visto un humano emocionado por invocar un demonio. —sus ojos brillaron en la oscura noche.

Lo observó sonreír y besarlo de nuevo.

Pensaba que el pelirrojo era virgen, pero lo que le hacia realmente no tenía nada de primerizo, vamos, tenía que aceptar que el chico sabía lo que hacía.

Acabaron rápidamente, Bakugou pensó que eso era todo.

Sin embargo el otro nunca pensó lo mismo.

Bien, fueron por la segunda ronda, él era joven ¿No? Era un poco obvio que podía tener resistencia, no le molestó, ser un súcubo le había dado la facilidad del soporte y aguante, pasaron la segunda ronda sin muchos apuros.

Pero en esta ronda el pelirrojo aún no conseguía satisfacción plena.

Ya estaban en la tercera, en la cuarta, en la sexta, en la décima...

¿¡Acaso ese hombre no se cansaba!? ¿¡O acaso él perdió los encantos y no podía satisfacerlo completamente!?

Quinceava ronda, que ya no podía más, su cuerpo no podía soportar las más de veinte corridas que había tenido —y el imbécil que lo invocó solo tuvo cinco— ¡Era horrible! Nunca pensó que en algún momento de su vida pensaría que el sexo era asqueroso.

Bueno, ahora que el sol salía y notaba que el pelirrojo no tenía intención alguna de detenerse supo lo que venía.

Los súcubos tenía contratos —sí, muy elegante incluso para ellos— y eso era lo siguiente; si un cliente no quedaba satisfecho hasta que el amanecer llegue entonces el súcubo se veía obligado a tener que acompañarlo hasta que quede realmente satisfecho.

Y como veía, la suerte le tocó jodida.

Maldito humano insatisfecho.

Maldito Kirishima Eijirou.

Hecho de Explosiones de RocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora