[Día 29] Ceguera

2.1K 433 19
                                    

Desde pequeño, había una cosa que siempre le habían dicho.

Que era testarudo.

Y pensaba que eso era sinónimo de masculinidad —su frase filosófica de vida— sin embargo muchas veces aquello le llevó a problemas grandes.

Como el odio de algunas personas.

Y aunque a él no le importaba mucho dolía ser de las pocas personas que la mayoría ignoraba. Ser el repudiado e ignorado, era lamentable.

Era como si todos en su universidad, tanto profesores como alumnos se encargaran de ignorarlo, como si no existiera.

Se encontraba sólo.

Hasta que lo conoció a él.

Bakugou Katsuki, estudiante de intercambio, gruñón y perteneciente a la facultad de artes, específicamente en música. Lo conoció un día mientras él buscaba un sitio donde estudiar.

Finalmente encontrándolo tocando la melodía de un cello, acompasado de otro chico que tocaba el piano.

Le gustó, no, le encantó. La extraña manera ruda y suave a la vez con la cual cambiaba de cuerda en cuerda, el sonido rasgado de los graves junto a los agudos impecables de la música, quedó embobado observando la practica del chico, sus sentimientos, emociones, estaba enojado, se notaba, pero tenía un aire melancólico.

Lo que le pareció aún más raro fue, que nunca apartaba la vista de un punto desenfocado, parecía no mirar nada en específico.

Y le habló, sí, lo intentó muchas veces, pero el rubio parecía odiarlo de verdad.

No le molestaba, después de todo al parecer todo mundo lo repudiaba, no tenía nada que perder intentarlo.

Y con el pasar del tiempo se dio cuenta de muchas cosas.

Como que le gustaba la comida picante, que tenía una boca con más de mil insultos en la lengua, le gustaba poner apodos raros y graciosos, además que en realidad no lo odiaba, solo era así con todo el que quisiera conocerlo.

También conoció el hecho que, quedó ciego a los siete años.

Por un simple conductor borracho, una camión gigante, una salida nocturna de familia y un día fatídico. Le dijo que esa noche perdió a sus padres de golpe y también la visión.

Desde pequeño tocó el cello —su madre se lo inculcó— y al morir ella junto a su padre decidió que aquello sería lo que seguiría en su vida.

La música hacia que pudiera recordar y volver a ver, aunque sea por unos segundos.

Kirishima supo que nunca más dejaría a Katsuki.

Y así fue, mitad de la universidad ya se daba por enterada de aquello, el ciego de la música junto al empedernido de literatura.

Los chismes nunca les importaron.

Porque siguieron juntándose y conociéndose entre sí, al punto de saber tanto sobre el otro que sentían ser sólo uno.

Porque Bakugou por fin había encontrado la felicidad después de tantos años en oscuridad.

Pues, Kirishima se había convertido en sus ojos.

De todas maneras. ¿Será coincidencia que ambos los tengan del mismo color?

Destino quizá.

Pero para ellos, ya nada importaba.

Hecho de Explosiones de RocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora