Hecho de Explosiones de Roca

[Día 11] Voodoo

Mina tropezó.

Sí, así es como inició esta historia.

— ¡Mierda! —La joven héroe sollozó cuando su rostro besó el suelo por sus descuidados dos pies izquierdos.... vale no, eso le pasaba por despistada. ¡Pero ella juraba que no había sido su culpa caerse tan feo! Se levantó con ligero dolor, dispuesta con todo a encontrar la causa de su caída. — ¿¡Qué cosa...!?

Y lo vio.

Dos muñequitos, uno rubio y con un cabello similar al de una estrella, además de otro con el cabello rojo y lacio, hasta los hombros.

—Qué carajo. —Preguntó a sí misma, esos muñecos eran parecidos, por no decir IGUALES a sus amigos Kirishima y Bakugou, además, ahora que veía con atención notaba que aquellos muñecos eran realmente raros... Tsuyu una vez le habló de eso.

¿Vudu? ¿Voodoo? Algo así era. 

Meh, no era nada.

Recordaba la corta conversación que tuvo sobre aquello. Muñecos aterradores que simulaban ser el cuerpo del ser que se desea, en el que puedes hacer todo tipo de tortura o hasta amarres, esos para el amor amor eterno o algo así, vamos, que para ella era súper tonto...

...Pero que igual le daba, hacer algo tonto de vez en cuando no era malo.

Tomó los muñequitos en sus manos y se sintió una niña de ocho años con sus muñecas nuevas. Sonrió al tener esos recuerdos y se sentó en suelo del pasillo donde se encontraba, empezando a imaginarse una historia para empezar tal cual pequeña infante.

«Necesito una historia... casual, sobre familia... amor... ¡Listo!»

Suspiro emocionada y empezó a crear su propio cuento.

Y en otros lados, algo raro sucedía.

—Mierda Kirishima. ¿Qué rayos haces? —El rubio estaba ahora siendo asfixiado por los brazos de un confundido pelirrojo que no podía controlar lo que hacía, ninguno de los dos tenía alguna respuesta por aquello. Ellos estaban estudiando cuando de repente sus cuerpos dieron inexplicables impulsos de hacer ciertas acciones.

—N–No sé... De verdad, Bakugou... Espera. ¿Me estás tocando el culo?

—¡Ugh! ¡Qué carajo!

«—Oh Bakugou, ámame y tengamos tres hijos dos gatos y un hámster. —El muñeco chocó caras con el otro, Mina ahora intentó imitar la voz del rubio.

—Kirishima, amor mío, tengamos quince ratas como tú.

—Awww Bakugou.»

—¿¡QUÉ MIERDA HACES IMBÉCIL!? —Bakugou empezó a sobarse la frente, ambos habían chocado demasiado fuerte. El pelirrojo empezó a sonrojarse ante la cercanía, sin sentir mucho dolor pues había logrado encender su quirk con éxito.

—¡No sé Bakugou! ¡Mi cuerpo se mueve solo!

Y sus cabezas volvieron a juntarse, ahora chocando nariz con nariz.

—¡CARAJO PELOS DE MIERDA!

—¡PERDÓNNN!

Mientras tanto, Mina jugaba inocentemente...

—Oi Kiri, hermano, tienes la cara con un montón de moreto–

—Cállate Kaminari. Cállate.