Se paró fuera de la habitación, dejando caer sus pertenencias mientras su mandíbula se abría de sorpresa por la escena que tenía frente a sí. El castaño ahogó un gritó y se apresuró a cubrir su torso con ambos brazos mientras le daba la espalda a Sousuke.
—¡No es lo que crees! —se apresuró a decir.
Yamazaki seguía viéndolo con gesto de sorpresa, si era sincero consigo mismo, no sabía cómo reaccionar. Allí frente a él estaba Makoto en ropa interior y con un... ¿corsé? En lo personal no tenía ese fetiche de ver a su pareja con ropa de mujer o lencería femenina, pero si a Makoto le gustaba hacer eso, supuso que él tendría que apoyarlo. Se adentró un paso, con la mano en alto y todavía pensando en qué decir al respecto.
—Sousuke, es para la universidad —el castaño se volteó a mirarlo con todo el cuerpo rojo de vergüenza, y si bien la imagen le parecía un tanto tentadora al moreno, la intriga pudo más para él.
—¿Universidad?
—Mmmh... sí —Makoto ya había bajado los brazos, pero seguía cubriéndose de cierta manera—. Estamos viendo lesiones de espalda y formas correctas de mantener la postura, y este profesor es muy práctico, así que nos ordenó que anduviéramos durante una semana con alguno de los métodos a utilizar, así sabríamos en experiencia por lo que pasa el paciente.
—¿Y el profesor te dijo que usaras corsé?
—No realmente, fue por sorteo. Pero créeme que a otros compañeros les tocaron cosas peores, al menos el mío lo puedo esconder debajo de la ropa.
—Si tu lo dices... —Sousuke desestimó aquello, no le importan los compañeros de Makoto ni cuanto sufrirían, le importaba su novio y lo tedioso que sería comenzar a desabrochar todos esos hilos para hacerle el amor—. Sabes, creo que el corsé acentúa tu cintura y hace que tu trasero sobresalga más.
Y era cierto, las barbas de la prenda definían y sujetaban con fuerza todo el torso y abdomen de Tachibana, que si bien no necesitaba ningún tipo de faja en su cuerpo pues este todavía estaba firmemente marcado por los ejercicios que realizaba a diario, la cintura estaba mucho más acentuada, destacando las partes a la vista, como el trasero también trabajado, pero completamente mordible y los pectorales firmes y duros, un placer para la vista y también para el tato. Además de que el color crema destacaba el tono dorado de la piel de Makoto
Yamazaki no dejaba de mirar ahora ya con labia al castaño, quien solo se dio la vuelta y tomando un cojín de encima de la cama se lo arrojó directamente a la cara.
—Maldito pervertido.