Despertó por el calor que sentía sobre su pecho, le pareció extraño pues Makoto no era una persona que irradiara su temperatura corporal, por el contrario. Parpadeo algo confuso por los primeros rayos de luz y volteó su cuerpo hacia la fuente de calor.
Ahogó un jadeo y pensó que había muerto. Aquello no era posible, se estaba viendo a sí mismo dormir con el brazo por sobre su cuerpo que... ¡¿ERA EL DE MAKOTO?!
No reprimió más el grito y se sentó de un golpe en la cama, despertando a su otro yo, que sorprendido por el grito también se sentó, pero de inmediato se llevó un puño a los ojos y comenzó a refregarlo, como lo haría Makoto.
—Sousuke, ¿qué sucede? —su propia voz le hacía esa pregunta.
—Makoto, ¿eres tu? —preguntó algo indeciso mientras llevaba las manos que tan bien conocía hasta su propio rostro.
El cuerpo de Yamazaki lanzó un grito poco característico de él y todo cayó en su lugar. Habían intercambiado cuerpos con Makoto, como si de una mala trama se tratara todo aquello y que al dormir se fuera a solucionar todo.
Agradecieron tener ese día libre, pues sería un caos total que tuviesen que ir a sus trabajos, o mejor dicho, al trabajo del otro. Sousuke no podía sacarse el ceño fruncido mientras trataba de buscar una explicación lógica, y siempre caía en la misma conclusión: era un sueño.
—Sousuke, no hagas esa expresión con mi rostro, es raro y hasta me da miedo —Makoto lo abrazó por la espalda, aprovechando de disfrutar su nueva estatura—. Vamos, sonríe como yo siempre lo hago —y como ejemplo de ello, el rostro de Yamazaki se iluminó con una sonrisa que el moreno estaba seguro de haber realizado pocas veces en su vida, y casi siempre por razones relacionadas con su novio—. ¿Lo ves? —Makoto se miró al espejo y volvió a sonreír radiante—. Te ves tan guapo que me sería imposible sacarte las manos de encima, deberías hacerlo más.
—¿No me sacarías las manos de encima? Que interesante dato, ahora ya sé cómo provocarte.
—Sousuke, no seas ridículo, tu siempre me provocas —volvió a mirarse al espejo mientras pasaba los dedos de Sousuke por su cara y cuello, hasta que llegó al hueco debajo de la oreja y un escalofrío lo recorrió—. ¡Sousuke! Descubrí un punto débil tuyo, esto es cada vez más interesante.
—Oye, Makoto, ¡no hagas cosas raras! Qué si es así, comenzaré a tocarme con tu cuerpo.
Makoto en el cuerpo de Yamazaki se le quedó mirando mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y enarcaba una ceja, otra estampa realmente rara de ver.
—Sousuke, ¿te das cuenta lo raro que suena eso?
—Suena igual de raro de cómo sería siquiera insinuar que tuviéramos sexo con este estado, sabiendo qué es lo que nos excita y nos gusta en nuestros propios cuerpos... una bonita y buena manera de mostrarle al otro las sensaciones que recibimos, ¿no crees?
Makoto tragó saliva, era lo más extraño que alguna vez se hubiese cuestionado. Y lo más extraño que alguna vez pensó que haría.
—Tal vez... esa es la forma de regresar a nuestros cuerpos. —Contestó el castaño ahora con cabello azabache.
—Tenemos que intentar todos los métodos posibles, Mako.