Se habían escapado de las miradas de sus amigos, corrieron sin mirar atrás y entre risas se adentraron en el bosque que bordeaba el onsen y daba con la calle principal. Aun podían escuchar las voces amortiguadas de los transeúntes y turistas de la zona, además de las risas de la gente dentro de las aguas termales. Ocultos por las sombras de los árboles y con rayos de sol que traspasaban las hojas, haciendo destellar sus cabellos, se detuvieron.
Sousuke apoyó a Makoto en el tronco de un gran árbol, que les otorgaba cierta privacidad pero que aun así los dejaba vulnerables en caso de que algún curioso apareciera, y lo besó. Ardían de pasión y deseo, sus cuerpos habían estado necesitados durante todo el viaje y ellos solo se dejaban llevar sucumbiendo a los instintos más salvajes de la lujuria.
Lo habían hecho en el baño del cine porque la película a la que los había arrastrado Rin era demasiado romántica y aburrida, se escabulleron cuando comprobaron que la trama era otra historia cliché que de seguro haría llorar a su amigo. Encerrados en el baño, lo hicieron hasta que sintieron la gente salir de otra película, algunas personas entraron y Sou torturó a Makoto provocándole para que mantuviera baja la voz mientras seguía embistiéndolo. El castaño mordía el dedo de Yamazaki en su boca y se corrió mucho más rápido que de costumbre debido a la sensación de estar haciendo ese tipo de cosas en un lugar público.
Sou debía ser sincero de igual forma y reconocer que toda la situación lo había excitado demasiado.
La experiencia volvió a repetirse cuando aprovecharon que sus amigos estaban aseándose a las afueras de las aguas en el onsen y ellos se encontraban sumergidos en las termas, disfrutando del calor del agua y de las caricias descaradas del otro sobre sus erecciones. No podían correrse debido a que ensuciarían el lugar y no era correcto para con sus amigos y los demás huéspedes. Pero tocarse de esa forma, corriendo el peligro de que cualquiera que entrara de improviso los sorprendiera, valía completamente el riesgo.
Ahora, para finalizar su escapada, se encontraban desabrochando los pantalones del otro, llenos de apuro y presión. La sangre corría a toda velocidad, la visión se volvía borrosa y una vocecita dentro de la cabeza recriminaba aclarando que todo aquello no estaba bien, que era inmoral, que podrían ser hasta arrestados por la policía; y por todo eso era que la emoción y excitación era única. Sin pensarlo demasiado, el moreno dio la vuelta a Makoto y este tan excitado como estaba no necesitó mayores preparaciones para recibir a Sousuke.
Las embestidas acompañadas de voces de desconocidos era uno de los mejores afrodisiacos que habían experimentado.