Aquella noche los papeles se habían dado vuelta y era él el que se encontraba con la almohada en la boca, los puños apretados alrededor de las sábanas y rogando por un poco de piedad. Cuando Makoto tomaba el papel dominante Sou tenía miedo, como en esa ocasión. Su propia entrada estaba siendo preparada, o mejor dicho torturada, pues el castaño no dejaba de tocar el punto G sin piedad alguna y no estaba preocupado de ensancharlo.
Tocaba el botón interno de Sousuke rítmicamente y cuando el moreno comenzaba a gemir, Makoto cambiaba la forma de tocarlo, desvaneciendo el orgasmo que se acrecentaba en su interior. Esa ya era la segunda vez que le hacía eso en aquella zona y la cuarta en total. El castaño podía tener un lado muy sádico que llevaba al borde de la locura a Yamazaki y este se pregunta si todos los ángeles caídos del cielo tenían ese lado oculto; aunque el cambio era bueno de vez en cuando.
La primera vez que le negó el orgasmo aquella noche fue cuando comenzó a masturbarlo en el sillón viendo una película, había estado a punto de correrse en la mano de Makoto, pero este detuvo los movimientos de su muñeca en el momento preciso y Sousuke quedó con un gemido atravesado en la garganta. Luego en la habitación el castaño se mostró muy dispuesto a otorgarle una felación, a lo que como era obvio, su novio no pudo resistirse; y nuevamente la lengua se detuvo y se retiró cuando Sousuke echaba la cabeza hacia atrás y anunciaba su próxima liberación.
Ahora sentía todos los nervios a flor de piel, y casi gimoteaba por un poco más de roce o algo que lo hiciera venirse, pero Tachibana lo conocía demasiado bien, cada punto débil de su cuerpo y así como tenía la habilidad de hacer que perdiera el control y su desempeño fuera cosa de segundos, también podía negarle la liberación durante horas. Todo dependía de su juego.
—Mako... —la frustración destilaba de la voz de Yamazaki y la respuesta de Makoto fue una risa contenida, dándole vuelta para que quedara de espaldas a la cama y lo quedara mirando de frente.
Allí, el castaño tenía una botella de lubricante y se estaba preparando para recibir a Sousuke en su interior. Lo que alivió y preocupó en partes iguales al moreno, pues debido a los orgasmos negados, lo más seguro es que en cuanto entrara en Makoto se corriera. Patético.
—Mako, no creo que sea buena idea... yo...
Tachibana se inclinó para colocarle un dedo en su boca y callarlo.
—Lo sé, tengo algo para eso. —Se bajó de la cama con la mirada turquesa siguiéndole en todo momento hasta que sacó algo de un cajón y volvió a la cama. —Esto evitarás que te corras, hasta que esté completamente satisfecho, Sousuke.
Yamazaki gimoteó en desesperación cuando Makoto colocó el anillo que cortaba la circulación alrededor de su pene y gruñó cuando este se subió encima de él para cabalgarlo hasta quedar saciado. Sería una larga, frustrante y desesperante noche.