Risas provenientes de las cosquillas de ambos resonaban por toda la estancia, a Makoto le encantaba torturar a su novio de esa forma, decía que era para que aliviara el estrés y también riera a carcajadas, que su sonrisa era cegadora y que le encantaba verla. Sousuke argumentaba que podía liberar estrés y sonreír cada vez que tenía sexo con Makoto, y le llegaba un suave golpe.
El castaño se encontraba encima de Yamazaki, atacando con sus dedos las zonas débiles que se encontraban a los costados del torso, soportando el vaivén del cuerpo bajo suyo. Sousuke suplicaba piedad ya con lágrimas en los ojos y falta de aire, tal vez era hora de detenerse, pensó Makoto.
—Sou... ¿estás bien? —le preguntó deteniéndose y esperando a que recuperara el aliento. Se había pasado. —¿Te traigo agua?
El moreno le hizo un gesto para que la ayudara a incorporarse y logró sentarse para serenarse. Se apoyó en la mesa y el plato con el postre que estaban comiendo antes le llamó la atención. Frutillas con crema. Una idea un tanto macabra y vengativa se cruzó por la mente de Sousuke, y si era sincero, también le excitaba la idea. Disimuladamente pasó los dedos por la crema batida y cuando Makoto se acercó para volver a preguntarle si se encontraba mejor, atacó.
Tachibana lanzó un agudo chillido de sorpresa y luego de boquear un momento, se llevó la mano hasta su nariz, mirando incrédulo la crema allí y parpadeando perplejo al notar la carcajada infantil de su novio por haber realizado aquella travesura. Iba a reclamarle, de muchas formas, pero verlo tan feliz le calentó el corazón, además, había sido él el que había iniciado todo ese juego. ¡Y Sousuke se veía guapísimo riendo de esa forma! Aunque se vería más guapo con una frutilla adornando su ombligo.
—Mmmm... delicioso —se llevó los dedos a la boca y saboreó a conciencia, llamando de inmediato la atención del moreno— ¿quieres un poco?
—¿Me lo darás de la misma forma?
Tachibana solo se encogió de hombros.
—No —negó Sousuke, sorprendiendo al castaño, hasta que le hizo una seña para que se recostara sobre la mullida alfombra—. Prefiero comer sobre ti.
Fue cosa de segundos para que Makoto se encontrara sin ropa e indefenso recostado sobre la alfombra, mientras Sousuke comenzaba a recorrer su cuerpo con frutillas abarrotadas de crema. Delineaba el contorno de los músculos, gastaba la fruta convirtiéndola en jugo y coloreaba de rojo las clavículas y los pezones del castaño bajo suyo. Colocó una fruta entre los labios de su novio para que la fuera chupando mientras él se entretenía haciendo todo aquello.
Cuando todo el pecho se halló cubierto del dulce natural y de crema, Sousuke comenzó a lamer y a degustar de su -ahora- nuevo postre favorito. El aroma natural del chico orca se entremezclaba con el dulzor y embobaba sus sentidos despertando los instintos que le reclamaban que no era suficiente, que necesitaba más hasta estar completamente saciado, cosa que dudaba. Su lengua rasposa se entretuvo más del tiempo necesario en cada pezón hasta que los dejó completamente erectos y sacó jadeos de la boca de Makoto.
Su camino era hacia abajo, las caderas eran uno de sus puntos favoritos para morder y esta vez no fue la excepción. Notaba los sutiles -todavía- movimientos de caderas del castaño para obtener cualquier tipo de roce en su entrepierna. Apoyándose en los codos y sonriendo maliciosamente, el moreno le indicó que levanta el trasero y le arrebató el bóxer.
—Me pregunto —dijo tomando la ya casi erecta vara del castaño entre una de sus manos— si esto podría usarlo como cuchara para el resto de crema que queda.
—No... no pierdes nada con intentarlo —le animó Makoto jadeante y expectante.
Y la crema batida adquirió otros usos mucho más interesantes.