—Sou, no, ¡para! —el castaño trataba de sacarse de encima a su furioso novio, quien en esta ocasión no tenía miramientos hacia su pareja y comenzaba a sacarle la ropa a jirones, proporcionándole mordiscos bruscos y dolorosos que estaban lejos de otorgarle el placer que usualmente le daban.
—Sou nada, Mako —una burla en su nombre fue lo que escuchó Makoto antes de que el moreno terminara por romperle el bóxer, dejándolo completamente desnudo y a su merced.
La situación podía ser un poco violenta, pero a pesar de todo seguía confiando en que su novio no haría nada para dañarlo y que de ser necesario y si él se ponía serio, la situación se detendría. Debía confesar que se sentía un poco asustado, aunque cierta parte en su interior había despertado y la excitación dentro suyo iba creciendo paulatinamente hasta encontrar la situación apasionada.
Aunque, de todas formas, por su propia dignidad debía detener todo eso.
—Sousuke, en serio, detente. Has malinterpretado tod... —un jadeo lo interrumpió al ser su miembro apretado con fuerza por el moreno.
—No he malinterpretado nada, ese chico te estaba coqueteando y tu parecías muy feliz por ello —un dedo sin lubricante entró—. ¿Acaso ya no estás conforme conmigo?
—I-idiota, jamás estaría confo... —otro dedo entró y le quitó el aliento— conforme con otro que no seas tú.
Lágrimas se agolpearon en los ojos color jade mientras la mente de Makoto decidía rendirse, no sacaría nada con tratar de calmar a Sousuke mediante palabras, la mejor manera de hacerlo en esos casos era mediante acciones, y él se entregaría a él, sin importar qué. Echó la cabeza hacia tras para darle más accesibilidad al cuello y que se diera cuenta de su rendición incondicional hacia él, y como si aceptase la invitación, Sousuke lo mordió en el cuello de manera brusca, comenzando a succionar el área lo más fuerte que podía. Quería dejar una marca.
Habían acordado tiempo atrás de no dejar ese tipo de marcas pues en los trabajos podrían tener problemas, así que se controlaban en expresar corporalmente el deseo por el otro, lo guardaban para zonas no visibles para el público y en días que pudiera desaparecer antes de cualquier cosa. Ahora, Makoto estaba consciente de que su cuerpo tenía moretones visibles hacia los demás.
—S-sin marcas —tiró del cabello azabache para despegar esa boca que lo estaba volviendo loco y poder mirar a los ojos a su novio.
—Te dejaré todas las marcas que quiera. Eres mío. Y no pienso compartirte con nadie. ¿Entendiste? —un tercer dedo se abrió paso entre los otros que ya habían expandido la zona, preparando la entrada que vendría.
—Sou... si vas a jugar tan rudo, no te quejes si también amaneces marcado por mí.