4. Camino a los Mundiales

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—Lucy, tienes que levantarte.

La pelirroja gruñó, con la cabeza enterrada en la almohada.

—Tengo sueño...

—Pero eres la única que todavía sigue en la cama. Tus padres me han mandado a despertarte porque tardabas en bajar.

—Sólo un poco más...

—Pero hoy es el partido.

Lucy abrió mucho los ojos. Se incorporó rápidamente y de un brinco salió de la cama. Cogió su ropa y sus botas a toda velocidad mientras Neville la observaba sorprendido. Era como si Lucy se hubiera tomado un litro de café.

Rápidamente la pelirroja se metió en el baño. Salió un minuto después. Agarró a Neville de la muñeca, a quien no le había dado tiempo ni a moverse del sitio, y tiró de él bajando las escaleras de dos en dos.

—¡Traidor! —le gritó a Pelos, que estaba sobre la encimera—. ¡No me has despertado!

Lo he hecho, pero te has vuelto a dormir. No ha sido mi culpa —dijo el conejo, despreocupado. Luego le sacó la lengua de forma burlona.

Lucy lo miró con fastidio y se sentó en la mesa. Sobre ella había una tostada, dos magdalenas y un vaso de leche, el cual empezó a beber.

—¿Tú ya has desayunado? —le preguntó a Neville.

—Sí, antes de subir a buscarte. Tus padres también. Creo que están en el salón.

Lucy se terminó el vaso y cogió una tostada. Entonces Will entró en la cocina.

—Ya era hora de bajar, ¿no, señorita? —dijo—. Id a por vuestras cosas. Roxie está esperando fuera.

Los dos chicos subieron al piso de arriba. En un minuto estubieron abajo de nuevo. Lucy cogió las magdalenas que habían quedado sobre la mesa de la cocina, y salió de la casa, seguida de Neville.

Aún no había amanecido, y hacía bastante fresco. Los cuatro se pusieron en camino hacia la colina donde habían quedado con el resto de los Weasley.

En cinco minutos llegaron allí. Eran los primeros. Pero Roxane ya había localizado a Arthur y los demás acercándose hacia ellos.

—¡Hola, chicos! —dijo Arthur—. ¿Estamos todos?

—Sí, todos —afirmó William—. ¿Vamos?

Todos comenzaron a caminar. Debían llegar a la siguiente colina, donde estaba el traslador.

—¿Tú también vienes, Neville? —preguntó Ginny, con voz soñolienta.

—Sí —dijo él, con una sonrisa—. El padre de Lucy me ha invitado.

—Cuantos más seamos para animar a Irlanda, mejor —dijo Fred.

—Pues yo creo que va a ganar Bulgaria —sentenció Ron.

—¿Es porque está Krum? —preguntó Lucy.

—Será bueno —dijo George—, pero es un cerebro de mosquito.

—¡Es el mejor buscador del mundo! —exclamó Ron.

Mientras los chicos discutían, llegaron a la colina, y emprendieron la subida. Ya casi no les quedaban fuerzas para hablar, y a menudo tropezaban en las piedras y desniveles que había o resbalaban en las matas de hierba espesa y oscura.

—¡Uf! —resopló Will—. Menos mal que ya hemos llegado...

—Tenemos diez minutos para encontrar el traslador —dijo Arthur, limpiándose las gafas.

Lucy Weasley y el Cáliz de Fuego ✔️ [LucyWeasley II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora