La clase de baile (Especial cumpleaños)

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CAPÍTULO EXTRA

—No sé yo si una clase de baile es factible —opinó Hermione en voz baja.

—Seguro que es muy divertido —dijo Lucy, convencida. Movía levemente los pies sin darse cuenta; bailar le gustaba mucho—. Además, a alguno le va a venir bien; a Harry se le da fatal bailar.

McGonagall había reunido a todos los alumnos de Gryffindor con edad de asistir al baile en una enorme aula. Había mandado sentar a las chicas a la izquierda, y a los chicos, a la derecha. En el fondo de la sala, el conserje Filch estaba montando un enorme fonógrafo, que parecía más viejo que la tos y soltaba polvo de vez en cuando.

—Madre mía, ¡es gigantesco! —dijo Hermione, señalándolo—. Nunca había visto un fonógrafo tan grande.

—Yo sí —sonrió Lucy—. Hace un par de años, la kalessa de Domnall le regaló uno a la nuestra. Y como mi abnuk y la kalessa de Feirra son amigos, pues nos llevó a verlo, y la ayudamos a montarlo. Es tan grande como ese, pero... bueno, muchísimo más nuevo, la verdad.

A lo lejos, Lucy escuchó a Harry y a Ron soltando unas carcajadas en compañía de Seamus. Lucy estaba contenta de que McGonagall hubiera separado a los chicos de las chicas; así no tenía que poner ninguna excusa para sentarse lejos de Ron. El comentario acerca del físico de las chicas que había hecho su primo el día anterior le había parecido tan insensible que sus ganas de hablar con él eran escasas.

Sin embargo, ni ella ni Hermione perdían el tiempo para contemplar el panorama; mientras que casi todas las chicas parecían ansiosas por aprender y practicar el baile, la mayoría de los chicos parecía tener la energía de un trapo usado y las ganas de auto aplicarse la maldición asesina. Mientras recorría las gradas de los chicos con la mirada, Lucy encontró a Neville junto a Dean; algo encogido en su sitio, parecía nervioso. La pelirroja lo saludó con la mano alegremente, y él, tratando de sonreír lo mejor que podía, le devolvió el saludo también.

Mientras Filch montaba el gran fonógrafo entre gruñidos, la profesora McGonagall pidió silencio.

—Como ya sabéis algunos —dijo—. El baile de navidad ha sido una tradición del Torneo de los Tres Magos desde sus inicios.

El fonógrafo hizo un extraño ruido metálico. Frunciendo los labios, McGonagall continuó.

—En Noche Buena, nosotros y nuestros invitados nos reuniremos en el Gran Comedor para tener una agradable fiesta. Como representantes del colegio anfitrión... —McGonagall volvió a interrumpirse; el brazo del fonógrafo se había caído al suelo por tercera vez ese día—. Como representantes del colegio anfitrión, espero que empecéis todos con el pie derecho... ¡oh, por Merlín!

No solo el brazo se había caído, sino que la manivela y la pastilla también, y poco le quedaba a la bocina para caerse. McGonagall se volvió hacia Filch, que trataba de recoger las piezas a toda prisa mientras farfullaba unas torpes disculpas.

—¿Qué problema tiene, señor Filch?

—Lo siento, profesora, es este cacharro... no entiendo qué le pasa, ¡antes funcionaba a la perfección!

—Supongo que eso sería hace sesenta años —susurró Hermione, y Lucy asintió, aguantándose la risa. Sin embargo, ella también tenía curiosidad por saber qué le pasaba al fonógrafo; según la kalessa Trarth, aquellos cacharros solían tener buen aguante.

—Yo puedo mirar qué le pasa, profesora —se ofreció Lucy levantando la mano enérgicamente—. Una amiga de mi abuelo tiene uno igual que ese.

Filch torció el gesto, poco convencido.

Lucy Weasley y el Cáliz de Fuego ✔️ [LucyWeasley II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora