26. La segunda prueba

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Para cumplir el encargo de Sirius de ser informado sobre cualquier cosa rara que ocurriera en Hogwarts, Harry y Lucy le enviaron una lechuza con una carta en la que le explicaban todo lo referente a la incursión del señor Crouch en el despacho de Snape y la conversación entre éste y Moody. Luego dedicaron toda la atención al problema más apremiante que tenía Harry: cómo sobrevivir bajo el agua durante una hora el día 24 de febrero para recuperar algo que le había sido arrebatado.

- He metido el huevo bajo el agua - le había explicado a Lucy, Ron y Hermione -. Y me dijo un acertijo.

Lo había apuntado en un trozo de pergamino para no olvidarlo. Lucy lo leyó en voz alta:

Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos,
que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos.
Y estas palabras medita mientras tanto,
pues son importantes, ¡no sabes cuánto!
Nos hemos llevado lo que más valoras,
y para encontrarlo tienes unahora.
Pasado este tiempo ¡negras perspectivas!
Demasiado tarde, ya no habrá salida.

A Ron le parecía bien idea de volver a utilizar el encantamiento convocador: Harry le había hablado de unos artilugios muggles llamados escafandras, y Ron no veía ningún inconveniente a la idea de que Harry llamara una desde la ciudad muggle más próxima. Hermione le echó el plan por los suelos al señalarle que, en el improbable caso de que Harry lograra desenvolverse con ella en el plazo de una hora, lo descalificarían con toda seguridad por quebrantar el Estatuto Internacional del Secreto.

La noche precedente a la segunda prueba, Harry, Ron, Lucy y Hermione estaban en la biblioteca a la puesta del sol, pasando página tras página de encantamientos, ocultos unos de otros por enormes pilas de libros amontonados en la mesa.

- Creo que es imposible - declaró Ron desde el otro lado de la mesa -. No hay nada. Nada. Lo que más se aproxima a lo que necesitamos es este encantamiento desecador para drenar charcos y estanques, pero no es ni mucho menos lo bastante potente para desecar el lago.

- No puede ser imposible - replicó Lucy -. Si no, no lo habrían puesto en la prueba.

- Ahora lo han hecho - replicó también Ron -. Harry, lo que tienes que hacer mañana es bajar al lago, meter la cabeza dentro, gritarles a las sirenas que te devuelvan lo que sea que te hayan mangado y ver si te hacen caso. Es tu opción más segura.

- ¡Hay una manera de hacerlo! - insistió Hermione -. ¡Tiene que haberla!

Parecía tomarse como una afrenta personal la falta de información útil que había sobre el tema en la biblioteca. Nunca le había fallado.

- Ya sé lo que tendría que haber hecho - dijo Harry, apoyando la cabeza en el libro Trucos ingeniosos para casos peliagudos -. Tendría que haber aprendido a hacerme animago comoSirius.

- ¡Claro, así podrías convertirte en carpa cuando quisieras! - recalcó Ron.

- O en una rana - añadió Lucy con un bostezo.

- Lleva unos cuantos años convertirse en animago, y después hay que registrarse y todo eso - dijo Hermione -. La profesora McGonagall nos lo dijo, ¿recordáis? Hay que registrarse en el Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia, y decir en qué animal se convierte uno y con qué marcas, de qué color... para que no se pueda hacer mal uso de ello.

- Estaba hablando en broma, Hermione - le aclaró Harry cansinamente -. Ya sé que no me puedo convertir en rana mañana por la mañana.

- ¡Ah, esto no sirve de nada! - se quejó Hermione cerrando de un golpe los Problemas mágicos extraordinarios -. Pero, ¿quién demonios va a querer hacerse

Lucy Weasley y el Cáliz de Fuego ✔️ [LucyWeasley II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora