Desmayo

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La sonrisa de Alexander simplemente parecía extenderse por su rostro, de manera casi incontrolable, como si cada estuviese en el mejor de los sueños.

Las dos últimas semanas, se había frecuentado con Magnus, habían estado en varias citas y el moreno en varias oportunidades se había quedado en su departamento y eran esos recuerdos, esas mañanas en las que había despertado con el cuerpo del moreno a su lado, lo que parecía simplemente hacerlo sonreír.

—¿Alec? —la mano de Jace sobre su hombro, lo hizo estremecer, haciéndole volver de golpe a la realidad de golpe, para mirar a su hermano. —Vamos Alec, que este proyecto es importante y necesito que me ayudes con él.

Jace y Alec eran inseparables, el rubio había sido adoptado, pero desde que había llegado a la familia, ambos chicos se habían vuelto más que unidos.

—Lo lamento, es que estaba pensando en otra cosa. — el mayor se disculpó, haciendo al rubio sonreír.

Jace no perdió el tiempo. — esa sonrisa me huele a pareja, dime, encontraste a alguien que te hiciera olvidar a ese bailarín. —Jace frunció el ceño y agregó. — Si me entero de que Izzy ya lo sabe y que no me habías dicho nada, te arrepentirás, sabes cómo es, lo más probable es que toda la universidad, ya esté enterada.

—Nadie sabe nada.

—Eso significa que si hay una persona. — Jace volvió a sonreír de forma picara. — Venga, cuenta con quien estás liándote que te tiene tan loco.

Alec sonrió y miró a su hermano, sintiendo que de alguna manera las ganas de compartir lo que lo estaba volviendo tan feliz, con las ganas de guardarlo solo para él, como lo más preciado que tenía en la vida, se peleasen en lo profundo de su pecho.

—No puedo por ahora, pero te prometo que te lo diré y juro que no le diré nada a Izzy, así que deja de hacer pucheros como un bebé.

Alec tenía un par de horas antes de su cita con Magnus, incluso si el proyecto de Jace demoraba más de lo que el rubio le había pedido, quedaba con tiempo a su favor.

Por lo que, al salir de casa de sus padres, Alec simplemente comenzó a caminar a casa, pensando en las últimas semanas y en como el tiempo con cierto bailarín, parecía simplemente transcurrir a un ritmo completamente diferente.

Caminó hasta el café donde se encontraría con él moreno, faltaba cerca de media hora, pero su sorpresa fue más grande al ver una figura más que conocida llorando.

Alec apuró su paso, notando solo entonces a la chica sentada frente al que había sido su amante las dos últimas semanas.

—Magnus, no tengo idea de que es lo que estás planeando, pero debes solucionar todo de una vez, finalmente todo podría ponerse más difícil. — La chica hablaba sin notar al joven acercando a la mesa que ahora compartía con Magnus. —Debes decir la verdad, luego todo te explotará en la cara...

—¿Crees que no lo sé Cat? ¿Crees qué no entiendo lo maldito que soy por todo esto? —Alec estaba casi junto a Magnus, quien lloraba de manera desconsolada.

—Mags...—Alexander apoyó su mano sobre el hombro del moreno, sin comprender lo que estaba pasando con él moreno, hasta que notó la pequeña maleta junto a la pesa que los otros compartían. —¿Mags, te marchas?

Alexander se sintió desfallecer, estaba claro que la maleta era del moreno y por un segundo, la idea de que el otro, simplemente estuviese jugando con su corazón, lo hizo estremecer.

—Creo que debo dejarlos conversar. — la joven se puso de pie, miró fijamente al de ojos claros y luego mirando al otro agregó. — Si necesitas algo Mags, sabes que siempre puedes llamarle.

Ambos jóvenes se quedaron en silencio, con la mirada perdida, él uno en él otro, hasta que la voz de Alexander se hizo escuchar. — Es eso, piensas marcharte y dejarme, solo fui un juego, dos largas semanas de diversión. — Una sensación de amargura embargó a Alexander, quien continuó. — era tan obvio, como pude pensar que querías conocerme, si solo estabas jugando con el ñoño de la escuela, muy bien Magnus, te superaste

Alec se giró, quería alejarse, cuando una fría mano se posó sobre su muñeca.

—No te marches...

—¿Y para qué me quedaría? ¿Para verte marchar, para saber que te irás lejos? —Alec sacudió su mano, notando solo entonces lo tembloroso del agarre de Magnus.

Alec se giró, encontrando, solo entonces, la mirada de Magnus y como su rostro parecía más pálido a cada momento.

—Alec...—El moreno quería decir algo más, pero su cuerpo estaba simplemente perdido ante lo que estaba pasando, las fuerzas parecían dejar su cuerpo.

Magnus apretó los ojos, la luz lo estaba molestando y las náuseas parecían estarlo atacando.

—¿Magnus?

—Alec...—el moreno quiso calmar su respiración, pero el aire simplemente escapaba de sus pulmones. —No puedo...—Un jadeo escapo de los labios. —Respirar.

El joven no perdió el tiempo, cuando los ojos del mayor se habían cerrado, perdiendo las fuerzas que hasta ahora lo habían sostenido. —Magnus, ¿qué tienes? ¿Mag?

Las meseras del café corrieron a auxiliar a Magnus, mientras Alec, con desesperación buscaba que el cuerpo del otro no se alejara del propio.

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