Alexander miraba el cuerpo de Magnus, sus labios enrojecidos, sus cuerpos ya sudorosos, la ropa simplemente desarreglada, logrando que cada centímetro de su cabeza perdiese la razón.
—¿Alexander? —la voz del moreno, jadeante logró que el joven volviese a la realidad, haciendo que sus ojos se encontrasen con los del moreno. —¿No quieres? — Un pequeño puchero apareció en los labios de Magnus, mientras sus temblorosas manos iban a su camisa, cubriendo su dorso.
—No, no hagas eso, no me alejes. — Alexander tomó sus manos y volvió a quitar la tela que ahora cubría su pequeño vientre, rosando suavemente la parte baja de este con sus dedos, hasta llegar al broche de su pantalón. —Quiero...
—También quiero, también lo deseo.
Alexander acortó la distancia y volvió a tomar la boca de Magnus con la propia, mientras dejaban suaves mordidas, una tras otra, haciendo que sus cuerpos se poco a poco se desearan más.
Magnus levantó sus caderas cuando las manos de Alexander desabotonaron el pantalón del moreno, exponiendo su ropa interior, tirante, que parecía ocultar el gran deseo que ambos deseaban transmitir.
Alexander se detuvo, incomodándose al sentir los jeans de Magnus y al notar lo angosto que se había vuelto el mueble en que se encontraban recostados, en como tendrían que acomodar sus movimientos para poder estar juntos.
—Debemos ir al cuarto...
Magnus lo miró confuso, como quien, en realidad no había notado en el lugar que estaban. — Nadie vendrá.
—Lo sé...
—Podemos...
—Si podemos. — Al calor del momento, un sonroso tremendo se hizo visible para el mayor. — Pero no recuerdo la primera vez, no recuerdo como fue estar juntos por primera vez, por eso quiero que ahora, que este momento sea nuestro, que este momento...
—Sea el primero.
Magnus se sentía herido, lastimado, pero no eran las palabras de Alexander las que herían su corazón, eran sus mentiras, todas esas que llevaba meses diciendo, de como su bebé estaba siendo gestado a la costa de una bella persona, pero simplemente asintió, sonriendo, tratando de tragarse el doloroso nudo que ahora le cortaba la respiración.
—¿Mags?
—Vamos al cuarto, quiero sentirte Alexander, quiero que me ames...—Alexander se alejó, se puso de pie y extendió sus manos al moreno, notando entonces lo inseguro que este parecía. — Necesito que me ayudes, no creo que pueda ponerme de pie...
Alexander sonrió ladino y simplemente, levantó al moreno en dirección al cuarto que ambos estaban compartiendo.
Las sábanas estaban frías, chocando entonces con la cálida y sudorosa piel de Magnus.
Las ropas de ambos terminaron esparcidas en el suelo de la habitación, el sonido de los besos y los jadeos llenaban el ambiente, incluso parecía que la temperatura estaba unos grados más altos de lo que deberían.
El ojiazul llegó al cuello de Magnus, dejando entonces una suave mordida en el hombro del moreno, logrando que un quejido escapara de sus labios, mientras sus caderas se levantaban rozando su entrepierna con las caderas del menor.
—Alexander...—Magnus rodeo el cuerpo del otro, recorriendo su espalda con desesperación. —Más.
Bajó hasta sus pezones, recorriéndolos con su lengua, logrando que los jadeos del moreno saliesen más y más profundos, más y más desesperados, suplicantes.
Alexander sintió su cuerpo excitarse, llevó una de sus manos a la entrada de Magnus, dejando que uno de los dedos se habrá camino, dilatando poco a poco el lugar.
Los gemidos de Magnus se hacían constante, desesperados, una súplica implícita, que pasó a ser un pequeño grito cuando el segundo dedo de abrió paso. —Alexander, Alexander, Alexander...
El moreno levantaba las caderas, intensificando los movimientos de las manos de Alexander, incluso podía jurar, que su bajo vientre quemaba por la desesperación, por el deseo, por la necesidad del contacto con el otro.
El cuerpo de Alexander estaba caliente, su propia piel quemaba, su propia entrepierna palpitaba, enloqueciéndolo, haciendo sentir frustrado, desesperado, quería penetrar a Magnus, quería dejar de dilatar el cuerpo de su pareja y simplemente entrar en él, pero esa pequeña curva que se acentuaba en el bajo vientre de Magnus le hacía recordar con debía ser cuidadoso.
—Magnus, no sabes como quiero hacerte mío...
Los ojos de ambos se conectaron, ambos lujuriosos, oscurecidos por el deseo que estaban sintiendo, por la necesidad que sus cuerpos sentían.
El tercer dedo de Alexander se abrió paso en el cuerpo de Magnus, logrando que el moreno arqueara su espalda con desesperación y que su respiración se acelerara, como si el aire, simplemente no quisiera entrar a su cuerpo.
—Mags, respira, eso vamos inhala, exhala, eso amor, eso...—Alexander posó su nariz sobre la mejilla del moreno, susurrando desde muy cerca, en un contacto íntimo, lleno de ternura.
—Estoy listo...
Alexander respiró, agradecido que Magnus pudiese calmarse, ya que su propio cuerpo estaba llegando al límite y lo que menos quería era correrse como un adolescente.
La punta del miembro de Alexander entró en el cuerpo de Magnus, logrando que el ardor en el lugar lo hiciese abrir los ojos y jadear desesperado.
—¿Mags?
—No...— Magnus apretó los hombros de Alexander, respirando. — Quiero seguir, te quiero a ti...
Alexander no pudo resistirlos mucho más, dejando que el deseo lo tomara, lentamente apretó su pelvis contra el cuerpo de Magnus, sintiendo como las manos del moreno, se aferraban a sus hombros.
Ambos cuerpos comenzaron a moverse, pero las estocadas no duraron mucho tiempo, Alexander estaba llegando al límite, por lo que, tomó el miembro del otro, masajeando, al compas de su propio movimiento, sintiendo las paredes del interior de Magnus apretándose sobre su miembro, haciéndole sentir la necesidad de correrse.
—Mags, Mags voy, voy a...
Magnus no lo dejó continuar, simplemente levantó las manos y atrajo a su rostro, buscando con desesperación los labios de Alexander, callando las frases del otro, sintiendo que su propio cuerpo estaba llegando al límite.
Un fuerte gemido murió en los labios de la pareja, quien apretaba sus bocas la una con la otra, Alexander sintió su miembro apretado, cuando los dedos de Magnus comenzaron a rasguñar su espalda de forma desesperada.
Alexander apretó los ojos y aun con la respiración agitada, con el poco aliento que parecía estar teniendo simplemente agregó. — Magnus...—Puso una mano sobre su rostro y mirando sus ojos continuó. — Son hermosos, eres hermoso...
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Perdón la demora, comentar que lo escrito en cursiva es por que hace referencia a un dialogo de la serie o de los libros
Les quiero

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Cheque en blanco
FanfictionUna relación no podía formarse en base de mentiras, pero cuando la vida de un bebé está involucrada, Magnus le mentiría a quien fuese necesario. Alexander está perdido, ilusionado y enamorado de ese bailarín, quien ahora, simplemente lo convertiría...