Alexander miraba los cuneros, podía ver a su pequeño, quien mantenía sus mejillas rojas, pero que dormía plácidamente.
—¿Alec? —La mano de Asmodeus apretó el hombre del joven. —¿Cómo...?
—Está bien. —Dejó salir el aire de manera pesada, como si sus pulmones llevaran varios minutos reteniendo el aire. —Ambos...Magnus perdió sangre, estará débil por unos días, pero está bien y nuestro arandanito, no quería respirar, pero está bien, solo un poco rojito...— Alexander sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas, había sido tremendo, solo un par de segundos en los que la mirada del doctor había logrado que todo su ser temiese lo peor, pero que no había sido otra cosa que sus miedos de padre primerizo.
—¿Y tú familia?
—Jace fue por mi Clary, mis padres están de viaje, no esperábamos el parto, así que nadie estaba preparado, mi hermana irá por las cosas de Mags y del bebé...
Ambos se quedaron mirando al bebé, era pequeño y estaba arrugadito, pero Alexander no podía sentirse más enamorado, su hijo estaba ante sus ojos, su pequeño bebé, su pequeño arándano, estaba tan concentrado, que olvidó por un segundo que las cosas con Magnus no se habían arreglado.
Magnus estaba en un cuarto privado, se sentía adormilado, no se sentía capaz de mover ninguna parte de su cuerpo, pero necesitaba levantarse, debía ir a ver a su hijo, necesitaba tenerlo a su lado, aunque fuera unos momentos, unos pequeños segundos.
Abrió los ojos, encontrando entonces la pequeña cunita donde debía estar su pequeño, ya deberían haberlo llevado a su lado.
Con mucho esfuerzo, acomodó su cuerpo, sintiendo sus piernas y sus caderas siendo recorridas por una sensación de dolor casi electrizante.
—Señor Bane. — Una enfermera entró y sonriendo de acercó al hombre. — Veo que despertó, aún no se encuentra en condiciones de levantarse, déjeme ayudarle. — La joven sonreía y acomodó la almohada y la cama del moreno. — Su bebé está bien, sigue en los cuneros, su padre no se ha separado de él en ningún momento, les avisaré para que lo traigan a la brevedad.
Magnus sentía el pecho apretado, no permitirían que trajeran a su bebé, si la familia de Alexander ya estaba enterada, probablemente se lo quitarían, el solo quería tenerlo un par de segundos, no podía siquiera recordar la carita de su hijo.
El moreno espero, cuando la enfermera se marchó del cuarto, simplemente se levantó, la tarea fue difícil, el dolor y el cansancio era casi paralizante, pero el tenía una meta, el tenía un lugar al que llegar.
Dio varios pasos, no se quitó la intravenosa, ya que además le ayudaba a sostenerse, el camino era largo, todo era paralizante, su cuerpo le pedía simplemente dejarse caer y la cabeza le bombeaba, pero en su mente y en su corazón, la única idea y deseo que lo rondaba, era poder mirar ese niño que había dejado su cuerpo.
Pudo ver padre a la distancia, mirando por el cristal, varias parejas sonreían, algunas hasta lloraban, pero el gesto en el rostro de todos parecía lleno de felicidad, casi como que atesoraban los primeros momentos de la vida de esas pequeñas personitas.
—¿Magnus? — el moreno sintió las manos sobre sus hombros, Raziel sostuvo el cuerpo del moreno. — ¿Qué haces de pie? Diste a luz hace pocas horas, enfermera...— el rubio no tardó en gritar en busca de ayuda, el menor estaba pálido y sudoroso. —Una silla de ruedas. — exigió el rubio, visiblemente molesto. —Es de los mejores hospitales y no notaron como un joven que acaba de dar a luz transita sin ayuda...
—Yo...— Magnus quería tranquilizarlo, no culpar a las enfermeras, pero su cuerpo estaba agotado, por lo que esperaba llegar a donde estaba su pequeño. —quiero, quier...—

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Cheque en blanco
Fiksi PenggemarUna relación no podía formarse en base de mentiras, pero cuando la vida de un bebé está involucrada, Magnus le mentiría a quien fuese necesario. Alexander está perdido, ilusionado y enamorado de ese bailarín, quien ahora, simplemente lo convertiría...