Mal

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A petición... los próximos serán un poco más largos.


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Alexander había tomado un taxi a toda velocidad luego de la llamada de Jace, no podía comprender lo que estaba pasando, en como había llegado a ese punto, millones de escenarios pasaban por su cabeza, Magnus desangrándose, su bebé muerto, ambos alejándose sin que el pudiese hacer nada para protegerlos, para cuidarlos y estar a su lado.

Magnus estaba sobre una camilla, las contracciones eran más y más fuertes, sentía que lo estaban partiendo por la mitad

—Duele...—Se quejó y apretó la parte baja de este

—Señor Bane...— Un médico entró mirando a Jace, quien estaba más pálido y mortificado de lo que se había sentido nunca. — Al parecer el parto está avanzado más rápido de lo que pensábamos, lo llevaremos a quirófano, entiendo que su pareja está en camino...

El moreno estaba bastante seguro de que las palabras del profesional eran realmente importantes, pero no lograba concentrarse en nada que no fuera simplemente respirar y masajear esas partes de su vientre demasiado adolorido, más incluso en la parte en que ese horrible cinturón apretaba su vientre.

—Magnus...— Jace trató de llamar la atención del moreno, quien apretaba las sabanas y su vientre a cada momento.

—Alexander...— el moreno lloraba demasiado, los recuerdos lo golpearon de forma brusca, Jonathan lo había descubierto, Jace le había contado toda la verdad a Alec, ahora el menor sabía todo su engaño, sabía que le había mentido y sabía que ese pequeño niño no era su hijo.

Magnus empezó a sentir una nueva contracción cuando las ganas de pujar se hicieron tremendamente presentes, y su desesperación le hizo notar que ahora no había regreso, no había vuelta atrás, el debía decir la verdad mucho antes, ahora estaría con su pequeño en la calle, ahora estaba enamorado de un hombre maravilloso y perfecto al que él le había fallado, ahora no había nada que pudiese hacer, ninguna manera en la que pueda luchar para enfrentar los errores que había cometido.

Magnus sintió una nueva contracción y una sensación dolorosa recorriendo su columna, era muy diferente al dolor que había segundo antes.

—¿Magnus?

—Algo va mal, algo está muy mal...— Magnus miró su ropa, estaba lejos, pero necesitaba tenerla, necesitaba entregarle esa tregua, necesitaba entregarle eso que le demostraría al menor cuanto lo amaba, como lo veía, como le quería. —Jace...

—Traquilo, llamé a Alec, está en camino, pero debes respirar y estar tranquilo...

—No, necesito...— La frase se cortó por los jadeos desesperados que escapaban desde sus labios mientras las nuevas contracciones lo atacaban, logrando que su garganta y que sus palabras no pudiesen salir, el aire y sus pulmones se concentraban en calmar ese terrible calambre que parecía recorrer todo su vientre e incluso subir por su columna. —Jace...

El rubio se acercó y tomó la mano del moreno. — Vamos Magnus, calma y respira, que tu hijo viene, Alec ya está en camino, el quiere ver a su pequeño...

—Billetera...—Jace miró confundido al moreno, quien sudaba de manera copiosa, mientras buscaba controlar su respiración, conteniendo ese grito que buscaba salir desde lo profundo de su pecho con cada una de las contracciones que le llegaba, pero apretó los ojos y la mano del hermano del hombre que había llenado su vida. — Hay un cheque, es para...AHHHH—nuevamente la parte baja de su vientre se contrajo, haciendo que sus piernas parecieran estarse separando de su cuerpo, por lo que respiró un par de minutos.

Cheque en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora