Manzanas.

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Magnus estaba cumpliendo 4 meses y extrañaba los escenarios como nunca, lo que en realidad lo hacía sentir un poco melancólico.

Alexander le había ayudado bastante a arreglar las cosas en la Universidad, no le quitarían las becas por estar esperando, pero varias materias practicas eran imposibles en su situación, menos pisar el escenario, aunque el médico le había indicado una serie de ejercicio y actividades que podía realizar, siempre que el sangrado que ya había tenido no se repitiese.

Magnus se había encerrado en su cuarto, el hermano de Alexander estaba presente y aunque Jace en realidad solía ser una buena persona, el moreno realmente sentía esa pequeña incomodidad, ese pequeño rastro de duda en el rostro del rubio, que lo hacía sentir tenso, que le hacía pensar que estaba cometiendo un error, que probablemente, cuando la realidad saliera a la luz, todo el mundo simplemente le daría la espalda, llevó las manos a su vientre sintiendo un fuerte apretón, para luego sentí ese angustiante nudo en su garganta que lo hacía estar al borde de las lágrimas.

—Te quedarás solo y dañaré a Alexander con todo esto, yo y mis estúpidos descuidos.

Magnus se metió en la cama, quería llorar, pero estaba realmente cansado, el bebé en su vientre estaba tan cansado como él, por lo que cerró sus ojos y simplemente esperó que el sueño que lo acompañaba desde que el bebé crecía en su vientre, simplemente lo alejara de todo.

Mientras tanto Alexander miraba confundido los números en su computadora. — Maldición. — Se quejó entre dientes.

—¿Qué ocurre? — Jace sacó la mirada desde su propia laptop, para notar la molestia en el rostro de su hermano mayor. — ¿Algo va mal?

—Tengo problemas con mi proyecto, necesito unos datos, pero no puedo acceder al servidor, quedé en enviar todo el día de hoy al profesor, demonios, tendré que ir a la Universidad...— Alexander miró la puerta del cuarto.

—Ve, Magnus está dormido, no será ni una hora, yo puedo quedarme en caso de que algo pase.

—No lo sé Jace, Mags ha estado realmente sensible estos días, no creo que deba...

—Vamos que me puedo hacer cargo de él, le haré compañía...

Alexander suspiró y miró la puerta nuevamente, varios días de esa semana el salir del departamento había sido difícil para el menor, Magnus había llorado varios días y muchos otros se despedía de Alec con un beso y una sonrisa en los labios, logrando que el de ojos azules, en general sintiera que estaba pasando terreno minado.

—Okey Jace, pero cuídalo, el embarazo lo tiene en realidad muy inestable y no quiero...

—No quieres que esté solo, tranquilo hermano, no es la primera persona embarazada a mi alrededor, estaré al pendiente y si necesita algo, en realidad, puedo hacerme cargo.

—Okey solo...

—No lo dejaré solo, te lo prometo hermano.

Alexander se fue con una extraña opresión en el pecho, Magnus lo volvía aprensivo y un poco nervioso, la idea de perder a Magnus y a su hijo, lo tenía preocupado, tenso y sobre todo nervioso.

Jace luego de ver salir a su hermano se concentró en el trabajo que estaba revisando para sus clases, por lo que no fue hasta que sintió ruido en la cocina, que notó como Magnus miraba la nevera.

El rubio tomó su móvil, tenía varios mensajes de Alexander, explicándole que había problemas en la universidad y que se había encontrado con su profesor encargado, por lo que estaban revisando unas cosas y que le tomaría poco más de una hora en regresar.

—¿Jace? —El rubio levantó la vista, notando solo entonces como Magnus, jalaba la orilla de su sudadera, sin mirarlo. — Alexander...

—Fue a la universidad, tuvo problemas con el servidor, pero se encontró con un profesor y verán eso...

—Okey...— Magnus no esperó si quiera el rubio terminara de hablar, para girarse y volver a la nevera.

Jace lo observó de reojo, notando como rebuscaba en la nevera, sin parecer encontrar lo que deseaba, por lo que sacaba una y otra cosa.

Magnus se sentó en la sala, se había despertado con una angustiante sensación en la boca del estómago, no podía recordar si Alexander había estado a su lado, pero la idea de sentir ese suave sabor a manzana verde que solían dejarle los labios de Alexander al tocar los propios parecía hacerse casa instante más fuerte.

Se había levantado deseando con desesperación de la cama, había buscado con tantas ansias esa fruta que sabía solía estar en su nevera y que ahora simplemente parecía lejana.

Una angustiante idea comenzó a subir desde lo profundo de su vientre, la profunda y terrible idea de que, Alexander había descubierto la verdad, de que lo había abandonado, de que ya no había posibilidad de que ese bebé tuviese un mejor lugar, de que ese niño tuviese un padre, que todo eso se había escapado por la ventana y ahora, en ningún momento podría volver a sentir el suave sabor de manzana.

Magnus se llevó las rodillas al pecho, apretando un poco su vientre, pero separando las piernas, dándole espacio al niño, para luego, simplemente dejar escapar un pequeño sollozo, un gemido, como si de un animal herido se tratase.

—¿Magnus? — Jace había hablado suavemente, para solo notar en ese momento, que el moreno estaba llorando. —Oye, ¿te sientes mal?

—No, no, solo, no...— Magnus parecía poder hilar palabra, por lo que, simplemente se acurrucó sobre sí mismo, dejando que toda esa angustia, que todo ese miedo de perder a Alexander y que esa terrible falta de manzanas lo estaba matando. —Es que no quiero...

—Magnus...

Jace acortó la distancia, para simplemente concentrarse en el cuerpo de Magnus y encontró su pequeño vientre que ahora el moreno parecía estar protegiendo.

—¿Magnus?

—Alexander sabe a manzanas, como manzanas verdes, es un poco acido, sus labios suelen ser frescos y suaves, pero ese pequeño toque de acidez logra que... —Magnus dejó escapar un sollozo, doloroso, logrando que Jace se estremeciera.

—Magnus...

—Y ahora el bebé cree que Alexander no estará y quiere manzanas y no hay manzanas y yo siento tanto dolor al mirar que no hay manzanas, al no sentir el acido de la manzana, es como si en realidad nunca volveré a ser capaz de comer una y solo quiero, solo puedo llorar.

Jace se desesperaba, el no solía ser una buena persona para proteger a las personas en la condición de Magnus, por lo que simplemente le acercó un pañuelo y habló. — Iré por las manzanas, te traeré manzanas verdes, rojas, de las que quieras, pero deja de llorar...

—Pero Alexander.

—Alec está en la universidad y llegará en un par de horas, podrás besarlo y comer manzanas a su lado, pero debes dejar de llorar.

—Okey...

Magnus contenía su profundo sollozo, ese que parecía doler en su garganta, para simplemente asentir, soportando las lágrimas que amenazaban por salir y recorrer su rostro.

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