Primer paso

1.1K 106 7
                                    


Magnus levantó la cabeza, podía jurar que la luz había aumentado desde que había entrado al baño, pero la verdad es que llevaba bastante con la cabeza dentro del retrete, sentía que hasta las entrañas dejarían su cuerpo, pero las náuseas y arcadas no parecían disminuir.

Apoyó la espalda en la pared del baño, con los ojos cerrados, esperando que el mareo se detuviese y que la angustia que sentía, simplemente se alejase de su cuerpo.

Magnus siempre había sido diferente, su madre se lo había explicado siendo un niño, su cuerpo tenía capacidades diferentes y llegando un momento, él podría tener sus propios hijos, aunque estuviese lejos de sus deseos, lejos de lo que él quería para su vida.

El moreno se había dedicado a bailar, a ser un artista completo, llegando a los mejores escenarios desde muy pequeño, olvidándose de las palabras de su madre, hasta que había llegado a la compañía de danza de su sueño y a tener un cupo en la mejor de las universidades del país.

Sus ojos se habían encontrado con el director de la compañía de danza, quien rápidamente lo había enamorado, lo había cuidado, le había mostrado ese apoyo incondicional, hasta terminar por enamorar al moreno.

Magnus se pasó las manos por el rostro, quitando el sudor que corría por su frente, se sentía cansado y sabía que por mucho que quisiese ponerse de pie, sus piernas simplemente no lo sostendrían.

—Maldición...— una nueva nausea lo obligó a recargarse nuevamente en el retrete, había ido al hospital solo dos días antes, sus malestares llevaban pocos días, pero lo tenían realmente incomodo, pero los resultados lo habían hecho sentir peor. — No puedo creer que me estés haciendo esto, no llevas ni un mes ahí y mira cómo me tienes, siento que voy a morir. — Magnus pasó las manos por su vientre.

El sonido de las escaleras llamó la atención del moreno, su madre y su padrastro debían haber regresado. —¿Magnus? — La voz de la mujer sonaba tras la puerta. —¿Qué haces aquí? —El moreno se puso de pie, tomando un profundo respiro, esperando que su malestar amainara, abrió la puerta encontrándose con la gélida mirada de su padrastro.

—Hola...—Saludó el hombre, recorriendo de pies a cabeza al joven. — luces pálido.

—Hola, bueno, estoy un poco enfermo, nada del otro mundo, ¿Cómo estuvo el viaje? ¿los abuelos? —Magnus quiso sonreír, aunque sentía como le escocía la garganta.

—Ya te he dicho varias veces que mis padres no son tus abuelos, para que los trates con tanta familiaridad. — El hombre apretó el hombro de Magnus.

—Suéltame, ¿qué demonios pasa contigo? Ya sé que eres un idiota, pero no tienes derecho a tratarme de esa manera, esta es la casa de mi madre.

—¡Magnus! ¡Siempre armando problemas! —Su madre se acercó y siguió gritando. — Llevamos menos de media hora en la casa y ya estás dando la nota alta, mejor dime ¿qué demonios haces en la casa a esta hora? Se supone que deberías estar en el estudio de danza.

—No podré seguir bailando, fui al hospital y resulta...

—A no, ya mantuve a este mocoso por 14 años, si te quedaste sin trabajo por tú incompetencia, no es nuestro problema, ya eres mayor de edad...

Magnus sintió el pecho apretado, buscó ayuda en la mirada de su madre, pidió apoyo en silencio, pero la mujer, simplemente se acercó al otro hombre, tomándole la mano.

—Magnus, hijo, no estamos en condiciones en este momento para estarte ayudando, si tienes algún tipo de lesión que no te permite bailar, puedes recurrir a tus compañeros o a tus amigos, Ragnor y Cat siempre han estado a tú lado, creo que ellos pueden darte un lugar en lo que mejores.

—Mamá, esta es mi casa...—Magnus sentía que se le rompía el corazón, su madre le estaba cerrando las puertas de su casa. —Mamá no tengo un lugar donde ir en este momento, necesito que me ayudes, la necesito más que nunca...—El moreno puso la mano sobre su vientre. —Yo estoy...

—Magnus, no puede ser...

—Estás loco si crees que te vamos a recibir en esta casa, no puedo creer que simplemente te dejaras embarazas, además de marica y desviado, saliste estúpido, al menos debiste amarrar al padre de ese niño, pero veo que tú cabeza no da para pensar en eso.

—Magnus, lo mejor es que te vayas, no creo que tengas nada que hacer en esta casa, ésta ya no es tú casa, mientras estés embarazado no quiero verte llegar.

Ambos se giraron, dándole la espalda al moreno, quien rápidamente corrió al cuarto que estaba ocupando, ese donde había crecido, donde sus recuerdos del pasado ahora no parecían más que un sueño.

Guardó un par de cosas, no quería llorar, no podía darle en el gusto a su padrastro, quien ahora, podría hacer uso de la casa como propia.

Magnus caminaba mareado por todo lo que le estaba pasando, jamás esperó un rechazo, jamás esperó que su madre le diera simplemente la espalda, dejándolo en la calle, llegó al parque, sintiendo que el nudo en su garganta se ponía poco a poco más grande y que simplemente las ganas de llorar le embargaran nuevamente.

—No tengo idea que puedo hacer ahora...—Magnus sentó en una de las bancas del parque, llevó las manos a su vientre. — Nadie parece quererte, no llevas ni un mes aquí y ya me quitaste todo, mi carrera, mi pareja, mi familia, un lugar para vivir, quizá no deberías existir, aún tengo tiempo para sacarte de aquí. — Sintió las lágrimas bajando por sus mejillas, desde hace dos días que sabía que estaba embarazado y ya se sentía como un maldito, por la sola idea de practicarse un aborto. —No, no voy a matarte, no soy la primera persona embarazada que está así, saldremos adelante. —Magnus acarició nuevamente su vientre, quiso quitar las lágrimas que bajaban por sus mejillas, giró entonces, encontrándose con una cálida mirada, los ojos más azules que podía recordar. —¿Alexander? 

Cheque en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora