CAPÍTULO 6

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EMMA

-Creo que estoy bien. – dice mientras se acomoda el cuello de la camisa frente al espejo.

-Mmm... que guapo mi chico. – canturreo.

Sonrió, guiñándole el ojo.

Alan llamo a la casa para que le trajeran ropa y artículos de aseo, y así fue. Se bañó y se vistió en uno de los baños mientras que yo tomaba una siesta. Las enfermeras no hicieron buen gesto, pero no tuvieron de otra. Mi madre me visito y me trajo algunas frutas y tristemente le toco que irse para ir por mis hermanos a la escuela.

Cuando Alan sale del baño su rostro ahora toma una figura distinta. En rostro se dejó un poco de barba dejando ver los rasgos cuadrados de su mandíbula y su aspecto es más favorable.

-Me deje barba porque has dicho que te gusta, y tengo que complacerte. – me besa la frente. Ahora su barba no pica como antes. Me gusta.

-Tienes que descansar, no más mírate. Se te nota que debes de hacerlo y yo también, y la mejor forma es que lo hagamos los dos.

Entrecierra los ojos procesando mi propuesta y accede de inmediato.

-Pero no quiero hacerte daño, hoy has estado muy delicada...

-No me lo vas hacer. Ven. – me corro hacia un lado para darle espacio. La camilla es lo bastante grande y cómoda para los dos. – Mi mayor deseo es sentirte a mi lado.

-Estoy a tu lado, no me iré. – anuncia con seguridad tomándome de la mano.

-Sé que no lo harás, hombre grande.

No puedo dejar de sonreír y de agradecer, que por fin estoy bien. Alan no se ha despegado de mi lado y por cada vez que entran los doctores siempre está al tanto de todo, y de que los exámenes de hagan a tiempo. No para de repetirme que quiere verme en cama para estar más tranquilo. Debería de estar muy enojada con él por lo que hizo, pero no me siento con las ganas de enfurecerme a pesar de todo. Me duele todo el cuerpo, los medicamentos me tienen hinchada y el dolor de cabeza en las noches es fatal, y con una enojada no creo que se pase. Además, no hay nada mejor que tenerlo a mi lado y escuchar que todo estará bien.

No me gusta verlo tan decaído y despreocupado por su apariencia, aunque sus músculos siguen en pie. Quiero que descanse y se recomponga aprovechando que soy yo la única a la que le hace caso. Estando todavía descalzo y con el cabello húmedo, se acuesta a mi lado con cuidado acomodando todos los cables a los que estoy conectada. Me pone una mano en la cintura y la otra debajo de la almohada. Le tiro las sabanas encima y lo acurruco a mi lado, con el espacio suficiente para no hacerme daño. Besa en la mejilla, se queda un rato mirándome con intensidad y yo con curiosidad de saber qué es lo que piensa. A medida que pasan los segundos nuestros ojos se van cerrando hasta que caemos en un profundo sueño.

***

Alan sigue dormido a mi lado, con la boca entreabierta y su pecho sube y baja con tanta tranquilidad que me enamora. Lo arropo un poco más para que no se despierte y lo beso con cuidado.

-Vamos a cambiarle el vendaje. – dice la enferma al entrar y se detiene cuando ve a Alan durmiendo. – Señorita Emma, sabe usted que...

-Lo sé. – la corto. – Pero, no más míralo. – me giro y lo miro con ternura sobando su mentón.

-Esto no es un hotel. – gruñe cruzándose de brazos.

-Pues en cierta parte sí. – sonrió. – Despierte hace unas horas, debatiéndome entre la vida y la muerte y lo extrañaba. Yo lo amo mucho. ¿Sabe usted que se siente que te roben el corazón?

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora