CAPÍTULO 19

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EMMA

Desde entonces da flojera hacer ejercicios, por lo que decidí hacerlos en la tarde, si sigo así terminare cayendo de lo alto de un edificio y gorda. Con unos pantalones cortos y una blusa corta salgo a correr con mi nueva compañera de recorrido y nos desprendemos por los callejones por una hora sin parar. Con los oídos a punto de reventarse me seco el sudor buscando una manga para descansar. Tomo un batido de proteína que sabe asqueroso, pero sé que me ayudara a moldearme. La música se me corta cuando entra una llamada.

La respiración se me corta al ver el nombre que evite y que por muchas veces quise borra de la lista, pero no pude. Respiro hondo soltando una bocanada antes de contestar, como no lo haga se lo que podría pasar.

-¿Hola?

La línea queda muda solo pudiendo escuchar su respiración.

-¿Cómo te encuentras? – pregunta por fin.

Me giro hacia la morena que me observa con interés, me levanto al despedirme de ella y retomo el camino.

-Al parecer bien. – digo apenas con la curiosidad de saber cómo se siente él pero me retengo.

Se ríe.

-Al parecer. – repite con cautela. –La vida es injusta y difícil de entender cuando te pierdes en los problemas. Hace unos meses no tuve la mínima idea de quien eras; me deje llevar por los sentimientos y por los ojos de otros problemas, para saber tocar su alma y disfrutar de los errores ¿y para qué? Si quise luchar, pero no fui demasiado obvio. – dice arrastrando las palabras. - Antes de morir mi abuelo me dijo que iba a tener una mariposa y que en mis manos está la decisión si cerrar las manos para que muriera o, dejar que persistiera en mí. Pero, al parecer deje que persistiera y aquella mariposa huyo.

-Has repetido mucho esa historia y es aburrido. – musito caminando despacio.

Un suspiro golpea el teléfono provocando un ruido maluco.

-Lo he repetido y lo seguiré repitiendo porque eres mi mariposa.

Busco un lugar donde sentarme ya que el dolor de las piernas y escucharlo tan mal borracho y con tanto dolor me marea. Es injusto por lo que padecemos y odio a la vida por alejarme del hombre que más amo y lo odio por ser él. Me siento en una piedra alta donde puedo ver el atardecer caer en mis mejillas y admirar las pocas estrellas que se dejan ver.

-Alan, ¿estas borracho? – le pregunto sabiendo la respuesta.

-No creo que eso te deba de importar ahora, has decidido dejarme. – responde con ironía.

Por cada palabra dicha la siento como un latigazo. Me arde escucharlo así y siento que todo es por mi culpa.

-Si alguna vez te cause daño, te pido de corazón que me perdones.

El corazón me da un brinco exagerado, tanto que el pecho me dolió. Alan no es hombre de pedir disculpas, pero cuando lo hace saca los sus sentimientos más escondidos y el conocimiento que lo que hizo estuvo mal. Entre él y yo hay mucho de que dialogar porque el momento en que nuestros sentimientos se convirtieron en algo íntimo y serio, desde ese instante todo cambio al sentido que no lo pensábamos. Errores es los hemos cometidos pero creo que no es el momento para afrontarlos y revivir lo nuestro. Tengo el sartén por el mango en estos momentos, pero no me hace mayor persona ya que creo que pierdo mi único amor. Se casara y se ira, pero prefiero eso que verlo en una cárcel o muerto, una y mil veces.

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora