CAPÍTULO 8

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EMMA

Volver a estar bien es una gran fortaleza. Esta cama me mata cada día más y la comida es pésima. Toda es simple y sin sazón. Por muchas veces le pedí Alan que me trajera comida de casa pero los médicos no dejaban; fue tanta la insistiera que al final Alan termino llevándome comida sin importar lo que dejaran los médicos. Note a Alan muy distinto fuera de lo atento que estuvo en todo momento conmigo; se la pasaba pensativo como si algo le preocupara, pero intentaba relajarme dándole la razón; tener tres hombres detrás de mí para él es muy duro. Me enamoró cada vez que estuvo conmigo y me abraza hasta que me durmiera. Mi familia por esos días fue su prioridad fuera de los suyos y estuvo tan preocupado con ellos que los mantuvo en un lugar protegido.

El medico llega a chequearme por más de veinte veces, es tan aburrido verla la cara todos los días sin que me dé una respuesta de irme a casa o no, hasta que por fin cedió. Me toma la presión, chequea que los medicamentos estén al día y los resultados de los exámenes mientras que Alan lo mira parado en una esquina de la habitación con los brazos cruzados. En ocasiones me guiñaba el ojo y yo simplemente reía.

-Te veo muy bien de salud, Emma. – dice el medico firmando unos papeles. – Me has convencido en darte de alta, siempre y cuando seas juiciosa con las recomendaciones.

-Lo que sea con tal de salir de este lugar. Me enfermo en estas cuatro paredes. – bufo desplomándome.

El doctor sonreí quitándome el suero y desconectando algunos aparatos que no utilizare. Desde que estoy aquí el doctor ha estado más pendiente de mí, dándome el mejor cuidado. Con obvia razón, si trata con los Miller y este hospital es muy conocido por atender a famosos y personas importante.

-Le voy a mandar unos antibióticos para el dolor, y para la inflación. – Alan se acerca a nosotros con interés tomándome de la mano. – También mucho reposo, la cirugía que le hicimos fue muy delicada y para que haya mejores resultados y no la vuelva a ver por acá hospitalizada tendrá que hacer lo que le digo.

-Yo me encargo de eso. – inquiere Alan. – Estaré pendiente de todas sus recomendaciones. Tanto que se cansara de descansar. – dice con una autentica seriedad.

Como lo conozco sé que no me dejara levantar de la cama por meses.

-Muy bien que lo diga, Miller. – el hombre mayor se gira para verme. – Reposo por un mes. Nada de alimentos condimentados, ni de cítricos. No puede hacer fuerza e intente no alterarse.

Asiento.

Alan me da un apretón de mano y cuando lo miro se está riendo como si disfrutara de la idea de poder controlarme. Lo fulmino con la mirada devolviéndole el apretón.

-Doc, aquí si me tiene que disculpar, pero creo que no estoy mocha de los pies, ni quede con un trastorno para quedarme por un mes en la cama porque estoy segura que la palabra reposo para mi novio, es la cosa más extraordinaria. No solo me dejara comer sola, sino que es capaz de atarme a la cama por tres meses. – digo mirando a Alan que tiene los ojos en mí con picardía. – Por lo menos déjeme salir a caminar todos los días. Todo lo que tenga que ver con mi salud Alan lo hará. – sonrío en ruegos.

Los dos hombres me miran hasta que el doctor dice:

-Tiene razón, caminar hace parte de la recuperación para hacerle movimiento a los músculos que ayudan a los intestinos que fueron heridos. – toma apunte de todo. – Pero eso será después de tres días. Tendrá que caminar quince minutos, máximo media hora todos los días, sin hacer mucho esfuerzo y evite subir y bajar muchas escaleras. ¿Entendido?

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora