CAPÍTULO 11

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ALAN.

Encontrar a Jaime es lo más gratificante, verlo de frente es como tener un reconocimiento o una medalla de oro. Podre jugar, hacer y deshacer con él a mi medida, pero antes de todo quiero darle la bienvenida que se merece. Todo el tiempo que llevo con Emma mi mayor deseo fue este, matarlo con mis propias manos en nombre de Emma y de todas esas mujeres que pasaron por sus manos. Lo tengo atado en una silla de madera con los tobillos sujetos a una barra de metal que conecta el suelo con el techo para que no pueda hacer alguna maniobra para escaparse. El lugar es desgastado, feo y con mucha humedad por la falta de mano. Nadie nos puede oír, solo el eco y alguno de mis hombres que nos acompaña. El lugar queda a las salidas de la cuidad en lo más alto de una colina sin luz, sin agua ni alguna conexión, solo nos rodean árboles y más árboles.

Me quito el reloj y me desabrocho la camisa bien organizada poniéndome más cómodo. Tomo un sorbo de licor dejando que me queme la garganta mientras observo a Jaime atado y mirando hacia el suelo. Hace una hora que estamos aquí no ha querido decir de una sola palabra, ni ha reparo el lugar, demás porque sabe lo que lo espera. Miro el reloj y ya se está anocheciendo, le pido a mis hombres que llenen este lugar de velas antes que se oscurezca porque esto, va para largo.

Me levanto camino lento hacia él, le pongo las manos sobre los hombros y este da un brinco de susto.

-Bienvenido Jaime, hace mucho tiempo que no nos vemos las caras. – digo familiarizando al situación sonriéndole con hipocresía.

Alza la cabeza lentamente hasta que conecta sus ojos con los míos. Me pasa una electricidad furiosa y me controlo para no darle un golpe fuerte en la cara.

-Alan. – me anuncia en tono cansado por los golpes que lleva. -¿Qué quieres de mí?- logra decir después de tanto tiempo.

Tomo una silla y me hago a su lado.

-Oh, tantas cosas. Pero tranquilo vamos despacio y sin afanes. – doy otra tomada. Con esta botella son tres que me he tomado y empiezo a sentir como el licor sube a mi cabeza.

Estoy muy ebrio, el mejor estado para trabajar.

-Te vas a morir, no sabes con quien estas tratando. – suelta una amenaza que solo me produce risa.

-Siendo así, nos veremos en el infierno.

-¿Por la estúpida de Emma? – pregunta con una sonrisa depravada.

Lo tomo con brusquedad de la mejilla haciéndole soltar un quejido, y lo atraigo lastimándole las muñecas atadas.

-Por esa misma razón vamos a jugar al quita dame. – escupo frente su cara. Lo suelto con brusquedad.

No había reparado bien a Jaime de frente, pero viéndolo bien tiene muchos parecidos a Tomas, en la forma depravada de sonreír y los gesto de dolor. Es como tener a Tomas, y me doy cuenta que le tengo más desprecio a su padre y a él, y su vida será perdonada porque me agradecerá la muerte de su padre.

A través de sus ojos solo puedo ver el reflejo de una niña siendo arrinconada por el miedo a que la lastimen y las veces que la violo y torturo sin piedad.

-Todo en la vida llega a su fin y con el buen merecido. ¿Te gusta maltratar y violar a niñas? – hace un gesto de dolor si quitarme la mirada de encima. Me quiere matar. – Pues, en nombre de todas ellas hoy no saldrás vivo para arrepentirse ni para contar la historia.

-No solo soy quien la quiere disfrutar, sino muchos que están ofreciendo cantidades de dinero. –escupe una gota de sangre el suelo con rabia. – Yo ya disfrute por años, falta que la disfruten ellos.

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora