CAPÍTULO 14

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EMMA

Mi madre se toma el tiempo en prepararme algo de comida después de comprar algunas cosas en el supermercado. El escolta por fin se ha ido y agradezco que lo haya hecho porque no quiero nada de Alan. No puedo odiarlo, pero el resentimiento conviví dentro de mí y cualquiera recuerdo no me dejara seguir. Miro la comida sin apetito como si una cuerda me estuviera atando la boca del estómago sin dejándome tragar con tranquilidad. Mis hermanos juegan y comen mientras que mi madre les discute para que no lo hagan. En momentos me anima a comer y no puedo. Estar en esta posición de como vivía, es como presenciara un Déjá vu, recopilando esos tiempos cuando me reunía con mi familia a cenar, después ir a la cama para empezar un día normal y repetitivo. Se me hace tan extraño todo, sentir el ambiente y los colores fosforescentes de las porcelanas que se disparan por culpa de la luz. Cuando los pequeños dejan de comer, ayudo a mi madre a recoger la mesa y a llevar los cubiertos a la cocina.

-Extrañaba este lugar. – habla mientras tiro los platos.

-Todo lo que ha pasado últimamente, no me acordaba de casa. Pero ahora estando aquí hay muchos recuerdos. – le digo sin mirarla.

-Como el aseo que me espera por hacer. – mira las estanterías cubiertas de polvo. Sonrió de lado.

Me quita los platos de las manos para secarlos y guardarlos en orden. Este lugar más que mi hogar me hace recordar las veces que discutía con mi madre y ahora actuamos como si no hubiera sucedido.

-Espero que no volvamos a discutir, todo paso aquí. – cierro el grifo para verla.

-Tu decidiste cambiar de vida y salir al mundo cuando te lo impedía, ahora me doy cuenta que eso era no necesitabas. – sonríe mostrando sus dientes blancos. – No llevaremos bien, siempre y cuando me ayudes a limpiar toda la casa. – mueve el dedo en círculos divertida.

Pongo los ojos en blancos riendo.

-Oh, no. Sabes que odio limpiar, no lo quiero hacer. – muestra una sonrisa forzada. - Cuidare de mis hermanos para que no hagan desastres y que no se te olvide que el polvo me da alergia.

-Excusa. Toma un limpiador y ayúdame, eso te ayudara a olvidarte de todo por un rato.

Me da una palmada en el trasero antes de salir de la cocina.

Con ganas de echarme a dormir el resto de la tarde y toda la noche, tomo las fuerzas de donde no las tengo y tomo un limpiador. Busco entre la poca ropa algo cómodo y tomando un limpiador, ayudo procurando no lastimarme la herida. Quito las parcelas y cuadros, son tantos que me provoca tirarlos a la basura. Organizo las cosas con el mayor cuidado porque si llego a romper alguna porcelana, la que ira de casa seré yo. Nos turnamos para cambiar la música y veo a mi madre bailar en cada esquina, muy emocionada. No he visto la primera persona que le emocione hacer aseo extremo. Me invita a bailar y conozco su intensión. Hace lo posible por sacarme sonrisas, cuando sabe que es momento inoportuno para hacerlo. Esto de romper una relación es horrible, cuando has terminado con una sensación desagradable en la garganta. Acepto, y bailo algunas canciones, solo para que ella sonría y crea que puedo estar bien. En una ocasión suena la primer canción que me dedico Alan y la primera que bailamos. Aquella noche que descubrí una de sus habilidades. Al estar limpiando las estanterías recuerdo la noche en la manera que bailaba. Es un experto bailando, cada paso que daba me hacía ir a la luna para darme esos giros sin querer soltarme. Esa cintura parecía de un experto y yo me sentía como su presa, dejándome llevar. Me sentí como si me estuviera dedicando un baile sensual. Su cabeza empapada de sudor resaltaba sus músculos definidos hasta el punto que ame su olor.

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora