ESTOY CONTIGO #2

CAPÍTULO 12

EMMA

Decidir perdonar a Alan fue lo más fácil; sus caricias y los mimos que me proporciona son tan adictivos que cualquiera caería en sus manos. Afortunadamente solo soy yo quien lo disfruta. Pero aunque lo haya perdonado quedo con la incertidumbre por saber que sucedió ayer. Fue la noche más amarga sin poder dormir y sin dejar de orar porque sabía que algo malo estaba haciendo. El pecho me dolía de la misma manera que presentí la llegada de mi padre; esa sensación tan extraña sin darme alguna emoción y una voz muy en el fondo me lo susurraba, cosas feas. No pude hacer caso omiso. Se me venían miles de pensamientos malos y el cuerpo de Alan en algún lugar tirado desangrándose. Doy gracias por estar bien. No me llama la atención lo que hace ni lo seguirá haciendo. Lo sé todo sobre su pasado y lo mucho que sufrió bajo el brazo de Scott solo para camuflar la rabia que le lleva a su madre. Entiendo su pasado y decidí aceptarlo porque estuve convencida que de que había cambiado y el hombre de ahora era irreconocible, pero volver a lo mismo por mi culpa, no lo permite. Scott junto con mi padre y Jaime son muy peligrosos, se lo que pueden llegar hacer pero pude haber una forma más conveniente de solucionar todo esto. El miedo me consume, y con solo hacerme la idea de perder a Alan me dan escalofríos, por esa razón no comparto sus ideas.

Creerá que es fácil quedarme en casa con los brazos cruzados esperando que llegue con las manos ensangrentadas y con el título de "mate a alguien" para después pedirle que me haga el amor con pura felicidad, o aplaudirlo por quitar a alguien de nuestro camino. Alan tuvo muchos muertos encima y apuntar más en la lista me marea.

Cuando veía a mi padre golpear a mi madre, salía huyendo llena de miedo cuando gritar pidiendo que la soltara, pero entre más gritara más la golpeaba, por esa razón odio ver disturbios porque en ellos se refleja la muerte. Ahora que soy más consiente de las cosas, pensar que Alan sale en las noches a formar disturbios es imaginarse a mi padre, las noches del sábado. Y lo que más me entristece es saber que no puedo hacer nada para impedirlo; darle ideas es una pérdida de tiempo y entre más cabeciduro, más lo sigo amando.

Le ruego a Alan para que vallamos a la habitación pero se niega por la cirugía. Son tan exigentes sus cuidados que la herida es un estorbo menos. Puedo hacer muchas cosas por si sola pero para él es grave. Mi cuerpo lo extraña y necesito tenerlo encima dándome placer y recordándome lo mucho que me ama. Nos la pasamos dándonos mimos sin dejar pasar a nadie a la cocina, adueñándonos del lugar, aunque sé que Alan lo puede hacer cuando quiera.

Lo abrazo con más fuerza dejando que su lengua juegue con la mía, y una electricidad me recorre por todo el cuerpo cuando mete las manos bajo el camisón enterrando los dedos en mi piel. De su garganta sale un jadeo cuando le aprieto el trasero.

-Te has convertido en otra. Pareces más... juguetona. – alcanza a decir soltándome un poco.

-Tú me has enseñado. – le digo con una sonrisa coqueta, mordiéndome el labio en busca de más.

El ambiente entre los dos es gratificante. Me gusta tenerlo de esta manera, demostrando lo que es en realidad y no apuntándole a un sujeto con una pistola, demostrando lo que no es. Me apodero de su cuerpo pegándolo al mío siendo un pedazo para encajar, y pretendiendo que con esto no podrá salir de casa por semanas para estar conmigo. Hacerme a la idea de seguir matando me enferma.

Gruñe soltando una sonrisa.

-Tengo una idea para compartir contigo. – alza el mentón interesado. - ¿Qué te parece si salimos a cenar esta noche a donde tú quieras?

La casa es grande y hermosa, pero ya estoy cansada de estar encerrada y siempre ver estas paredes blancas y viéndole las caras a los mismo sujetos. Desde que recibí el disparo solo tengo el mismo recuerdo amargo, llorando con desesperación por una supuesta infidelidad. Necesito tomar aire o me volveré loca. Alan hace un gesto de desaprobación negando con la cabeza.