CAPÍTULO 23

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EMMA.

-No lo puedo creer, ¿hablas enserio? – asiento. Sara se balancea sobre mi cuando le suelto la noticia. – Estas, loca ¿seré yo la madrina? Di que si antes que te mate.

-Sabes perfectamente la respuesta, siempre he querido eso. – beso su mejilla.

Alan y yo planeamos pasar una tarde con nuestros amigos, con una buena parrillada, cervezas y partido fútbol de por medio. Compramos una mesa larga de madera donde podamos caber todos y un asador. En el patio trasero decidí poner luces de decoración y algunas banderas de bebés para darles la sorpresa. Todos se pusieron alegres en especial Julia con sus trillizos que ya la panza se me empieza a hinchar más de lo normal. Mientras los chicos preparan las carnes hacen bromas y se ríen por cualquier cosa, mientras nosotras las chicas hablamos de bebés. Preparo limonada para las embarazas y michelada para los demás.

Hoy en la mañana Alan me dejo claro que ahora tomo la obligación de dar las órdenes en casa y pedirles a las chicas del servicio lo que quiera. Vimos la casa por internet y me pareció algo de locos, es el doble de grande que esta y muy iluminada, así que él, me dio de nuevo mi antigua tarjeta de crédito y me puso en el trabajo de escoger la decoración de cada lugar, hasta de nuestro cuarto. No quiere llevarse nada de acá, pero me dio la gran sorpresa que esta casa será ahora de mi madre con tres chicas de servicio. Casi me voy de para atrás, no sabía si llorar o hacerle el amor de agradecimiento.

-Que grata sorpresa la que nos has dado. – Dice Victoria.- Estoy feliz de ser tía, por favor que yo sea la primera que le compre su ropita de hospital. – encorva los hombros con ternura.

-Amarilla para que le dé buena suerte toda una vida. – apunta Julia.

-Y yo cambiare su primer pañal para que tenga buena fortuna como su padre, sin embargo no creo que la necesite todo se lo dará. – también apunta Sara.

Le doy un sorbo a la limonada y casi me atraganto al responder.

-No creo que la fortuna sea necesario, me gustaría que él o ella luchara por lo suyo no por lo que le tenga que dar su padre.

-Inteligente. – matizó Julia.

Elevo los hombros sonrientes.

-Aquí todas estamos llegando con hijos, solo saltas tú. – le digo a Sara cuando se distrae moviendo la rodaja de limón por el plato lleno de sal.

Se mira las manos incomoda y capto su gestos. Debido al cáncer Sara no puede tener hijos, sería una bomba destructiva, sea que muera el bebé o ella.

-Recuerda que hay plan de adopción. Marcus haría eso por ti, de seguro gustara. – le digo.

Alza la mirada y me sonríe sabiendo lo doloroso que es para ella no poder detener el cáncer. Me rompe por dentro tener que verla tan débil con un aparto que ayuda a sostener su vida y no ella por si sola.

-No quiero dejar a Marcus responsable de un bebé que no criaremos juntos.

Me atraganto con la limonada por segunda vez y me tapo la boca antes de hacer un desastre. Sabe cómo odio que diga eso porque no morirá, ella tendrá que conocer a mi hijo y llegar conmigo a la iglesia y por muchos años. Su mirada melancólica nos teniente a todas al hablar. No hay palabras para contradecirle, ni ánimos para sonreír. Le niego con la cabeza y ella solo me mira llena de miedo. La tomo de la mano, y le doy un fuerte abrazo.

-No pienses en el futuro, tú siempre me has dicho que hay que disfrutar el momento y no pensar en el que vendrá. No te quiero ver así, por favor. – le pido en un tono bajo y lleno de ruego. Las demás chicas toman sus manos y nos abramos para soltar una carcajada.

ESTOY CONTIGO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora