- Capítulo 3 -

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Para ser sincera, mientras miraba a Rita bailar como una loca en la pista, no pude evitar pensar en quién había sido mi mejor amiga, Maison.

Muchas noches intentó ponerse en contacto conmigo, me escribía casi a diario, incluso me quiso llegar a ir a visitar, pero nunca recibía mi contestación. Supongo que se cansó de esperar a alguien que no tenía muy claro que necesitaba para ser feliz. Maison había sido mi mejor amiga desde la guardería, era de esa clase de amistades que esperabas tener toda la vida. Y puede que hubiera sido de ese tipo de amistades si yo no hubiera estado tan agotada por pensar en el daño que me producía recibir noticias de Nueva York.

Durante meses, permaneció a mi lado, escribiendo, llamando, pero un día dejó de llamar, de escribir, incluso de seguirme en las redes sociales. Supongo que me lo merecía. Pero no fue hasta en ese momento, en el que añoré su insistencia.

- ¡Baila! - gritó Rita eufórica 

- ¿No sería mejor regresar a la residencia? - reí - Mañana es nuestro primer día de clases.

- Si vas a ser de ese tipo, nuestra amistad termina aquí - dijo haciéndose la ofendida - ¡Que no! - Vale. Acababa de darme cuenta de que Rita era de esos borrachos insistentes que no te dejaban en paz hasta que los ponías en su sitio.

Tras mucha insistencia, y mucha paciencia de mi parte, conseguí meterla en su habitación. Me metí en mi habitación deseando tener allí alguien a quién abrazar. Añoraba más de lo que podía llegar a admitir a mi padre, su manía de entrar en mi habitación para arroparme, como una niña. Echaba de menos a Lindsey cantando a todo volumen a Ed Sheeran mientras cocinaba, incluso los gritos de los amigos de mi hermano jugando a la Play en la habitación de al lado. 

Cuándo estaba en la universidad, sabía que los viernes podía coger mi mochila e irme a casa, a comer caliente aunque fueran dos días. Allí, simplemente podía hacerlo muy de vez en cuándo. Y vaya si dolía. Tenía a Lucas, incluso a Linda, que me había cuidado bastante, pero no eran ellos. ¿Quién iba a cuidar todos mis males? 

Miré el reloj, las 02:46h, y no lo pensé, llamé a la única persona que sabía calmarme de aquí a Rusia. Mi padre.

- ¿Qué pasa cariño? - preguntó alarmado

- ¿Quién es? - sonó una soñolienta Lindsey al otro lado

- Es Mir

- ¿Está bien? ¿Quieres que busque las llaves del coche? - preguntó alarmada ella también. Sentí como ambos se levantaban de la cama con prisa y yo, como una idiota, simplemente me quedé oyendo sus rápidos pasos. Tenían razón, fuera la hora que fuera, serían capaces de mover el mundo por mí.

- Tranquilos - fue lo único que supe decir - Os echaba de menos.

- Ay, cariño, que susto nos has dado - contestó mi padre - Está bien, Lind. Métete en la cama, de nuevo.

- Lo siento - gemí entre sollozos - Papá, yo no sé si voy a poder hacerlo.

- Eh, tranquila - me pidió - Respira - hizo el sonido de la respiración conmigo a través del teléfono - Es lógico que te sientas así, Mir. Estás con Lucas, pero aun así, estás en una ciudad que te trae muchos recuerdos. Es tu sueño. No vas a dejarlo

Sonreí. Pese a estar en total desacuerdo con ese camino de mi vida, ahí estaba él, intentando animarme cuándo lo más fácil hubiera sido que me mandara regresar y ejerciera con él, en su empresa. Pero no, él no era así. Él, quería que sus hijos fueran felices.

- Mir, soy Lindsey - me dijo - ¿Sabes qué vas hacer? Vas a meterte en la cama, cariño. Vas a descansar. Y mañana cuándo estés en clase te darás cuenta que todo merece la pena. - rió - Pensaba que a quién tenía que tranquilizar era a tu hermano, que es novato, no a ti, que te has sacado una carrera con matricula.

- Lo sé, pero...esto es mi sueño. Derecho era para mostrárselo a papá

- Tu padre está orgulloso de ti, cariño, pero sabes como es - la sentí sonreír, algo que me contagió de lejos 

- Gracias Lindsey

- No tienes que dármelas.

- No - sorbí - Gracias por ser la luz de esta familia cuándo ya sólo quedaba oscuridad

- Anda, tonta, duerme que todavía vas hacerme llorar. Te queremos

- Yo más a vosotros - y como si fuera la mejor pastilla tranquilizadora, conseguí quitar todos mis miedos.


Lindsey tenía razón. Aquella mañana, mientras revisaba mi horario, supe que había hecho bien en irme allí, que estaba encontrando poco a poco mi sitio, y que no iba a dejar que unos miedos insignificantes me quitasen esas ansias por querer hacer algo más en mi vida, por encontrarme.

- Hola, Mir - me sonrió Rita con unas grandes gafas de sol - ¿Qué tal el primer día?

- Fantástico. Me encanta, Rita, ¿tu resaca?

- Fatal. Pero fatal es fatal - rió - Quiero presentarte a mi novio. Vendrá a buscarme con Isabelle, mi mejor amiga, que está saliendo con su mejor amigo. Lo sé. Es tan de película

Reí, porque de verdad que esa chica me hacía gracia. Parecía vivir en una realidad paralela

- ¡Seremos tan amigas las tres! - aplaudió con euforia - Podrías traerte a Lucas

Miré mi reloj - Aún le queda hora y media de trabajo.

- ¡Tenemos toda la tarde! 

La seguí hasta el aparcamiento, dónde de lejos vi a una chica en mini falda, rubia, con unas grandes gafas de sol verdes. A su lado, dos chicos de espaldas que la escuchaban atentos a sus explicaciones. No parecían nada del otro mundo. Pero no sabía por qué, pero intuía que era con ellos, con quién nos íbamos a juntar.

- Te van a encantar - me susurró 

A menudo que nos acercábamos la chica ensanchó su sonrisa mirándonos con atención, algo que no pasó inadvertido por los chicos, que se dieron la vuelta lentamente. Uno de ellos, el más bajo, llevaba una gorra de los lakers, que sonrió como si le hubiera tocado la lotería. Ese era el novio de Rita. Tenía un gran lunar en la frente, y unos grandes ojos verdes. No era nada del otro mundo, tal y como había dicho, pero no estaba mal.

En cambio, el otro se escondía bajo unas grandes gafas de sol y como su compañero, llevaba una gorra, pero al revés, justo como a mi me gustaba. Me miró con intriga para luego pasar la mirada tierna a Rita, como si quisiera cuidarla. 

- Chicos os presento a Miranda, nuestra nueva mejor amiga - sonrió con orgullo - Ella es Isabelle, Mauro, mi novio y David. Ella es Miranda 

- Un placer chicos 

- Pero chicos, quitaros las gafas de sol, ¿qué va pensar Mir de la hospitalidad de Nueva York?

Quería corregirla, decirle que yo conocía perfectamente como eran los newyorkinos, pero no me pareció correcto decírselo delante de sus amigos que sonreían con ternura hacía ella. Parecía que ella era quién cuidaba de todos y ellos, simplemente se dejaban cuidar por ella.

Isabelle parecía más bonita de lo que se veía. Eso si le quitamos las diez capas de pintura que llevaba. No entendía como dos personalidades tan opuestas eran tan íntimas. David me miró con una ceja levantada, como si quisiera demostrarme algo, pero yo sólo pude quedarme mirando ese maldito lunar en la barbilla. Ese lunar que conocía tan bien. 

Y ambos sabíamos que nos conocíamos de antes, pero ninguno dijo nada, cohibidos, pensativos, intentando entender cómo la vida me había vuelto a dar este revés. Intentando comprender que habiendo tantos millones de personas en esa maldita ciudad, había tenido que dar con él.


Déjame caer contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora