- Capítulo 9 -

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Eran pasadas las ocho cuándo un Lucas, totalmente peinado y con una ropa de un niño rico, apareció por la puerta de mi habitación.

El resto de la tarde la había usado para contarle a mi padre y a Brandon que debían viajar a Nueva York cuánto antes, por Bill. Mi hermano fue el que más dudó de los dos. Lo comprendía. Nueva York, sólo le recordaba a mamá, y perder a tu madre con nueve años es algo que te quede marcado de por vida, pero también sabía lo mucho que quería a Rachel, la hija de Bill, por lo que, me juraron que viajarían lo antes posible.

- ¿Qué tal tú día, cariño? - dijo besando mi frente

- Normal - mentí. No podía contarle dónde había pasado parte de la mañana y la tarde. Ni mucho menos hablarle de Bill, ya que, pese a que no era un hombre celoso, conocía su pequeña obsesión por darle vueltas a todo.

- Estás preciosa - dijo mirándome con lujuria - ¿No te apetece que te quite el vestido y nos quedemos aquí?

Sonreí negando. Había pasado una hora arreglándome. Cómo tampoco sabía muy bien de qué trataba la fiesta, ni dónde era, había optado por un vestido negro con un poco de encaje por arriba, acompañado de unas vans negras. Sí, odiaba los tacones. De mi pelo, mejor lo dejamos. Siempre estaba intentando dejar mi melena rizada como si estuviera peinada de revista, pero nunca parecía que estuviera peinada. Por lo que, me resigné y dejé que la naturaleza hiciera su trabajo.

Sonreí cuándo me fije que Lucas traía en su mano un vino tinto de bodega, algo que me recodaba lo poco que salía él de fiesta. Para él, la fiesta era irse con unos amigos a una casa rural a tomar vino todo el fin de semana. En Nueva York, una buena fiesta empezaba por la reunión de cuánta más gente mejor, y por lo general, siempre iba acompañado de una gran cantidad de alcohol en sangre.


Cuándo llegamos la casa estaba llena de gente, algo que empezó a incomodar a Lucas. Suspiré. Me esperaba una noche cargando con un novio quejica que sólo pensaba en si su coche estaba bien cuidado fuera y si la música era suficiente para sus oídos finos.

- Está música es de pastilleros total. ¿No podrían bajarla? - comentó

- ¿Quieres irte? Me quedo yo - le dije mirando cómo se tocaba el pelo rubio con nerviosismo.

- No. Quiero conocer a tus amigos - besó mi nariz.

Un poco más allá, cerca de las bebidas, pude ver a Rita bailar con Mauro bastante pegados, mientras reía de algo con Isabelle. Cogí fuerte la mano de Lucas, intentando dejar a un lado lo que había sucedido esa misma mañana.

- ¡Hola chicos! - grité por encima de la música - Él es Lucas - señalé uno a uno - Isabelle, Rita, Mauro y J..David.

Jason me miró y sonrió de lejos mientras tomaba un chupito de golpe. No podía con aquella tensión, sabiendo que Isabelle controlaba todos nuestros movimientos, pasé delante de Jason y me apoyé en la barra.

- Hola preciosa - dijo el barman - ¿Qué te pongo?

- Tiene razón, estás preciosa - dijo lentamente Jason sin mirarme. Se limitaba a mirar a Isabelle bailar como una loca con una botella de cerveza en la mano

- Necesito algo fuerte para aguantar la noche. ¿Qué me ofreces?

- Whisky doble - dijo el barman con una sonrisa - Tomate uno de un trago y mezclalo luego con cerveza. Aguantarás la noche.

- Será mejor que no - dijo Jason cogiendo la muñeca del chico - Limítate a darle una cerveza.

- ¿Desde cuándo tienes derecho a decirme qué debo tomar? - le bufé

- No quiero tener que recoger borrachas semidesnudas - dijo con rabia, yendose a bailar con su novia. Aquello no estaba bien. No podía ver como sus manos recorrían el cuerpo de arriba abajo de Isabelle. Pero, ¿qué me esperaba?

- Vamos con ese Whisky - lo animé.

Me lo tomé de un trago clavando mis ojos en los suyos que sonreían con superioridad, y tras recoger mi cerveza, bailé con Lucas, bien pegados, cerrando los ojos, dejando que sus labios se posaran sobre mi cuello, queriendo olvidar la amargura de unos celos que no sabían dónde habían empezado a escocer.

Eran pasadas las tres de la madrugada cuándo un Lucas sobrio me recogió en volandas, llevándome al coche.

- Te tengo dicho que no debes beber. Eso no es de una señorita - tengo claro que algo más me dijo, o más bien, me riñó, pero me quedé tan dormida que cuándo desperté estaba tumbada en mi cama oyendo el sonido de mi móvil

Lucas.

Descansa. 04:15

Jota.

Joder, calabaza. Estoy muy borracho, y acabo de correrme con Isabelle. Ha sido el puto mejor polvo del mes sólo porque tenía tu cara... 05:39

¿Sabes? Ahora mismo desearía que fueras ella la que duerme a mi lado desnuda 05:40.

¿No me contestas? Lo entiendo. 05:40

Me has puesto como un loco celoso allá. Tu culo. Tus curvas en ese encaje negro. ¿Qué haces con ese pringado? 05:41

Te dejo dormir. Creo que sólo quería ver tu foto en WhatsApp. Sales preciosa 06:03


La borrachera me había pasado con esos mensajes. Jason no era así. Jason no escribía estando borracho, eso era cosa mía. La que llamaba por teléfono y lo insultaba, por eso había tenido que cambiar el teléfono. La que escribía sin saber muy bien que estaba poniendo y luego a la mañana siguiente quería esconderme bajo el edredón.

Y como una idiota, me limité a leer la conversación hasta que me supe cada coma de memoria, escondiendo la cabeza en la almohada, como una tonta.

Sólo habían pasado 48 horas desde que nos habíamos reencontrado y lo único que tenía claro era que nuestra vuelta a intentar ser amigos iba a ser un caos para los dos, pero, mi madre siempre decía que las mejores historias son aquellas que sacan nuestra mayor locura.

Y estando más sobria que nunca, le contesté.

Mir.

Ojalá me hubieras mordido los labios, porque ahora mismo estoy haciéndome sangre de pensar en tu dulce sabor. Descansa


Cómo si se tratara de un puto juego en el que las cartas ya estaban más que puestas, bloquee el móvil con la misma adrenalina que se tiene cuándo vas a montar a caballo por primera vez.


Déjame caer contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora