Eran pasadas las tres de la madrugada cuándo sentí una cálida brisa en mi mejilla, algo que me obligó a despertar. Me encontré a Jason mirándome con una sonrisa en su rostro, cómo sino supiera que aquello estaba mal, cómo si hubiéramos regresado a años atrás, cómo si fuéramos solamente nosotros dos.
Lo miré. Miré aquellos ojos claros que durante tanto tiempo habían sido mi refugio personal. Recordaba cómo de niña mirar sus ojos azules era cómo si me adentrara en el océano. Siempre me recibía con cariño y amor. Justamente cómo me estaba mirando en esos momentos.
- ¿Qué pasa? - me animé a preguntar
Sonrió negando con la cabeza - Sólo te acariciaba ¿te molesta?
Negué
- ¿Estás bien?
Negó
- ¿Quieres qué hablemos? - le pregunté sentándome en la cama
- Te parecerá una locura, pero simplemente sabiendo que te encuentras aquí conmigo, tengo suficiente
Permanecimos en silencio durante unos instantes, oyendo el sonido de nuestras aceleradas respiraciones mezcladas con la fuerte tormenta que había comenzado horas atrás.
Sólo podía pensar en Lucas, que se encontraría en su casa, dándole vueltas al por qué de nuestro distanciamiento. Me dolía. Me desquebrajaba lentamente. Pero tampoco podía parar de pensar en todas esas veces que había dejado de hacer lo que quería por el bien de los demás, por hacerles sonreír.
Quería estar allí, junto a él, aún sabiendo que estaba mal y que podía romperme por completo.
- Deberíamos dormir otro rato. - le dije
- Sí. Totalmente.
Ambos de espaldas al otro, sentíamos la respiración del otro mostrándonos que no conseguíamos dormir.
- Jota
- Calabaza
Reí - ¿Puedo abrazarte?
- ¡Dios! - suspiró - Pensé que no lo ibas a decir. Por supuesto, calabaza. Tú siempre.
Dejé que colocara una posición más cómoda para ambos antes de abrazarlo con todas las fuerzas que tenía. Pegué mi oído en su corazón, sabiendo perfectamente que esos ritmos acelerados eran tan constantes como los míos.
Dolía saber que pesase lo que pesase, nunca conseguiría superar ese amor tan infinito que sentía por él, que el vernos solamente nos hacía daño a ambos, pero el que estar separados nos causaba mayor dolor. Dolía aun más, tener que hacer daño a terceros y cuartos, pero en esos momentos, allí con él, era en lo último que pensaba.
- Deja de darle vueltas, calabaza - me suplicó Jason - Duerme. Descansa para mí.
Y eso hice: me adentré en un sueño profundo.
Desperté con el sonido de mi teléfono en la mesita.
A mi lado ya no se encontraba nadie, por lo qué, por unos segundos creí que todo lo anterior había sido un sueño, salvo cuando me encontré con los pantalones de pijama de Jason a mi lado. Entonces, recordé todo lo referente a la noche anterior. También me reñí mentalmente, por haber sido incapaz de dejarme llevar por los impulsos. No era tonta, sabía que si hubiera iniciado las caricias, lo habríamos hecho ir hasta el final.
Pero tampoco quería que nos odiáramos tan pronto por rompernos.
Anhelaba volver a sentir sus largos dedos por mi piel, salvo que amaba más tenerlo conmigo.
Recordé que mi móvil seguía sonando, algo que me hizo salir de mi ensoñación.
- ¿Qué coño quiere Rita?
Descolgué sin saber muy bien que iba a encontrarme.
- ¿Hola?
- Hola querida - sonaba simpática.
- ¿Ocurre algo?
- He llamado a tu puerta y no estabas, ¿dónde te encuentras?
- En casa de una compañera, terminando un proyecto. ¿Necesitas algo? - dije algo más cortante de lo normal.
- Perfecto, querida - cortó inmediatamente.
Era todo muy extraño, algo que me hizo sospechar. Si algo había aprendido de esa chica era que no debía fiarme nunca de ella.
- ¿Estás bien? - preguntó Jason en la puerta de la habitación - Estás en otra órbita
Negué con una sonrisa.
Me quedé mirándolo con una tierna sonrisa en mis labios.
- ¿Cómo te encuentras?
- Nervioso - dijo sentándose en la cama a mi lado - Te he preparado el desayuno
- Te tienes que ir ya
Asintió.
- Necesito llegar a casa antes de que llegué mi padre
- Suerte - dije besando su mejilla - Estoy aquí.
- Lo se, pequeña - besó mi frente - Desayuna. Luego te escribo.
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Déjame caer contigo.
Novela JuvenilMiranda regresa a la ciudad para comenzar sus cursos en la universidad que soñó de niña, sabiendo que allí ya nada será como cuándo se fue, empezando por sus amigos. Sabe que ya no es la misma niña que se fue por miedo a no encontrar las respuestas...