Habían pasado tres días desde que me había enterado de la muerte de Maison. No había vuelto a encontrarme con Jason, y Rita, se había pasado un par de veces por mi habitación preguntándome si quería salir con ellos. No me veía capaz.
Ver a Jason. Estar cerca suya. Sólo había hecho que me diera cuenta de lo trágica que era la realidad, que pese a saber que ya nada iba a ser lo mismo, había cosas que no habían cambiado, y otras que estaban del revés.
Acaricié de nuevo la foto que llevaba conmigo a todos sitios, de Maison y mía. En la foto debíamos de tener no más de seis años, y estábamos en su cumpleaños. Ella, cubierta de chocolate y yo riendo a la cámara. Esa foto sólo la había podido hacer mi madre. Siempre había creído que las mejores fotos se sacaban cuándo no sabías que estabas siendo el objetivo, más relajado, más natural. Tenía razón. Aquella foto había sido mi favorita más de una década.
Me negaba a olvidarla. Maison no habría sido ella en los últimos años, pero seguía siendo Maison. Maison la cabeza loca que era capaz de levantarse un domingo a las seis de la mañana por ser tu cumpleaños. Odiaba a mis amigos, también a Jason, por no ser capaz de protegerla. Me odiaba a mi misma, por haber dejado de llamar.
Estaba cansada de llorar. En los pocos días que llevaba en Nueva York, había llorado más que en los últimos ocho años.
Cogí el teléfono para llamar a mi padre. Quería regresar. Quería hacer como si nada hubiera pasado, quizás ponerme a trabajar de abogada, o de camarera, me daba igual, simplemente quería salir de allí, cuánto antes.
- Hola cariño - contestó la voz dulce de Lindsey - Tu padre ha salido. Ha habido un problema en la empresa
- Lind - le dije
- ¿Pasa algo? - preguntó preocupada. Sentí como se cerraba una puerta, tal vez, buscaba intimidad, o que mi hermano no oyera que me iba a rendir.
- Quiero volver
- ¿Por qué? ¿Es por qué te sientes sola?
- No. - suspiré y mordí el labio inferior - Creo que no estoy preparada para darme de bruces con la realidad tan pronto.
- ¿Quieres contármelo?
Y se lo conté. Le conté cada cosa que me producía un dolor grave de cabeza. Mis miedos. Mis dudas. La muerte de Maison. Mi barrio. La enfermedad de Bill. Jason. Lucas. Jason y sus maldita manía de hacerme sentir mariposas con una palabra tonta.
No podría asegurar el tiempo que estuve hablando sin parar, sin una lágrima, sin ser interrumpida, porque ambas sabíamos que si hubiera dejado de hablar, me habría derrumbado.
- ¿Qué te da más miedo? - preguntó por fin Lindsey.
- Todo.
- No, cariño. Ambas lo sabemos. Quizás, el estar allí, te haya hecho encontrar el interruptor que estando aquí no conseguías encontrar
- Quiero irme - le rogué - Necesito esconderme bajo la cama un tiempo.
- Tú no has sido nunca cobarde - sonrió - Por eso sé que no es lo que quieres. Inténtalo, un poco más. Date ese capricho
Asentí, sabiendo que aunque fuera por orgullo, no quería agachar la cabeza ante nadie, pero me aterraba cada vez más, que poco a poco estuviera entiendo que los años pasan para todos, que unos evolucionan, otros cambian, y otros...mueren.
Salvo que lo único que no había cambiado, era que sin entenderlo, había vuelto a buscar el manso de paz que sólo Jason conseguía hacerme sentir, y en vez de encerrarme en mi misma, le escribí, sabiendo que ya no había marcha atrás en el momento que pulsara enviar.
Jota.
La única razón por la que ahora mismo no estoy comprando un billete a Chicago, eres tú. Nuevamente, vuelves a poner mi mundo patas arriba. Nuevamente, vuelvo a tener miedo y en quién solo puedo pensar es en ti. 21:36
No entiendo que hago haciendo esto. No he bebido. Prometido. Pero la muerte de Maison, volver a verte, verte con otra, imaginando que acaricias otra piel, estar yo con otro, la enfermedad de Bill...todo eso, ha hecho que ahora mismo sólo te necesite, un poquito más 21:38
Necesito que me digas que aunque todo sea difícil, saltaremos en los charcos, viajaremos por la autopista a toda prisa, que cojas mi mano como si también me necesitaras. Que me saques los miedos, los pises y saltemos sobre ellos. Ya tengo puestas las botas verdes. 21:40
Descansa. Siento todo esto. 21:40
Como la niña que volvía a ser, esperé. Esperé a ver si se dignaba a contestarme, ignorando mensajes de otras personas, entre ellas, Lucas, porque yo sólo necesitaba que se encendiera la pantalla de mi teléfono con un nombre.
Algo que nunca paso.
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Déjame caer contigo.
Novela JuvenilMiranda regresa a la ciudad para comenzar sus cursos en la universidad que soñó de niña, sabiendo que allí ya nada será como cuándo se fue, empezando por sus amigos. Sabe que ya no es la misma niña que se fue por miedo a no encontrar las respuestas...