- Capítulo 15 -

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Miré mi alrededor buscando si alguno de los que estaban en la mesa me había escrito, pero me encontré con que ya ninguno me atendía, por lo qué, me limité a sacar el teléfono de entre las piernas mirando de quién se podía tratar.

Número desconocido

Dicen que has vuelto a casa. Dicen que incluso te has encontrado con Jason, cuándo no querías regresar. Dicen que uno siempre vuelve a casa cuándo no se da cuenta. Espero que estés bien. Espero que Jason te cuide, como lleva haciendo toda la vida. Eso sois ¿no? Un hilo rojo destinado a estar juntos. Me alegra tu vuelta, pequeña ricos. Nueva York te echaba de menos. También yo. 19:35

Releí el mensaje varias veces. Intuí de quién podía ser, pero no quería hacerme demasiadas ilusiones. Así qué, le mandé una captura de pantalla de Jason, que levantó su vista del vaso que miraba con atención, captando su atención en el mensaje que le había mandado. 

Esperé paciente desde mi sitio a que levantara la mirada y me mirase, pero no lo hizo, simplemente recibí un mensaje suyo con la misma desilusión de antes porque no era digna ni siquiera de una misera sonrisa por su parte, algo que me dolió.

Jota.

¡Vaya! Parecen que las noticias en esta ciudad vuelan. 19:38

Supongo que sabes que se trata de Shara. Le escribí estos días contándole que estás aquí. No me preguntes por qué, pero Shara siempre supo que regresarías. Tal vez no era el único que seguía teniendo una esperanza de verte de nuevo. 19:39

Me encantaría admitir que hubiesen hablado de mi, incluso que tuvieran la esperanza de que regresare me hizo ilusión, pero no fue así. Jason era el único con el que mi pasado no me asustaba, porque nunca te pedía explicaciones. Estaba ahí. Paciente, cómo esperando a darte la seguridad suficiente para que hablaras. Shara era todo lo contrario. Shara buscaba las respuestas lo antes posible, sino se las dabas, las buscaba. Y aquello asustaba.

- ¿Podemos irnos? - le susurré a Lucas, que me miró como si le hubiera dicho que me quería escapar con él al final del mundo.

- Por supuesto - se limitó a decir - Chicos, nosotros nos vamos - soltó sin más.

- Sí. Nosotros tendríamos que irnos también - comentó Isabelle cogiendo la mano de Jason

Sin mirar atrás, salimos de la cafetería, no sin antes cruzar una tierna mirada con Jason, que seguía parado allí, como queriendo decirme algo y no sabía. Entonces, nuevamente comprendí que por mucho que me enfadara con él, una simple mirada bastaba para que todo pasara. Y eso es algo que no hacemos con muchas personas. 

Lucas me recordó lo de irnos a cenar, pero no tenía humor para nada más que meterme en la cama, ¿qué me estaba sucediendo? Antes no era así. Me gustaba disfrutar de mi novio, ahora cada vez me molestaba más sus acciones, incluso su manera de hablar.

Lo sabía. No era Jason. Nunca nadie lo sería.
Pero yo siempre habría creído que esas cosas se superaban con el tiempo. Y más cuándo se trataba de un amor de niños, un amor inocente que no había pasado a más que unas carantoñas.
Recordaba aún con exactitud el mismo momento en qué todo había terminado. Ahí, había sido dónde descubrí mis verdaderos sentimientos por él.
Siempre los había subestimado, hasta que me dio mi última caricia en la mejilla derecha.

Tras una cena algo incómoda, Lucas aparcó su reluciente coche nuevo delante de la residencia. Sabía que tenía muchas preguntas, y nuevamente, mi cobardía me impedía contestárselas, por lo qué opté, por lo mejor que se me daba hacer, huir y encerrarme en la habitación.
Tenía que enfrentarlo, explicarle que me estaba pasando, hablarlo, y tal vez terminar con todo. Una vez más, la opción de arreglarlo no me parecía acertada.

- Mir - me llamó Rita al final del pasillo
- Hola Rita - le sonreí con incomodidad - ¿Todo bien?
- No sé, dímelo tú - contestó cortante - ¿Qué está pasando con David?
Otra vez con lo mismo.
Salvo que está vez no sabía muy bien que contestarle.
- Nada. Apenas hablamos.
- Por eso - contestó tajante - No hace falta entablar una conversación con nadie para saber cuándo dos personas se necesitan. Y vosotros parecéis necesitaros, constantemente
- Estás loca - reí
- Eso espero - me retó - Porque Isa va por delante del mundo. No lo olvides - me amenazó entrando en su habitación.

Me adentré en la habitación sabiendo en el terreno peligroso en el que me estaba adentrando. Apenas había salido un par de veces con Jason, y todo estaba siendo terreno arenoso. Pero era cierto, ambos no podíamos regresar al punto de no retorno. Habíamos cambiado. Teníamos una vida diferente a la que conocimos..
Pero luego estaban esos malditos recuerdos que me taladraban la mente. Su mirada azul. Su sonrisa torcida. Su barba de una semana. La manera de cogerme la mano y abrazarme, cómo si me necesitara igual que yo a él.
Entré en sus redes sociales, cómo hacía cada noche desde que nos aceptamos.
Cada noche entraba como una vil acosadora y miraba sus pocas fotos, sabiéndolas de memoria.
Como cada noche, mis ganas de llamarlo y oír su voz aumentaron por minutos tras ver esa foto, esa maldita foto dónde sonreía a la cámara con impaciencia. Acaricié el contorno de la foto cómo si estuviera acariciando su rostro.
Y cerré los ojos, contando hasta diez para no llamarlo.
¿Diez? Mejor, 1000

Déjame caer contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora