Había sido una noche de lo más extraña, pero a la vez de lo más gratificante.
Tenerla allí conmigo había conseguido darme las fuerzas necesarias para enfrentarme a mi padre. Quería decirle tantas cosas que no sabía ni por donde empezar. Quería odiarlo por querer alejar a Tana de mí, pero una parte de mí, sabía que tenía razón con querer hacerlo: ella debía estar bien. Tenía que estudiar y hacerse una mujer. Y muy a mi pesar, conmigo no se encontraba.
Suspiré.
Había engañado a calabaza, y sinceramente, engañar a una de las pocas personas que me importaban me dolía en el alma, pero la conocía. Sabía lo testaruda que podía llegar a ser si le decía que esa misma mañana me enfrentaba al juicio en el que mis padres se volverían a ver las caras. Me hubiese encantado tenerla a mi lado, sosteniendo mi mano, pero no iba a dejar que pasara por ese sufrimiento si podía evitarlo. Ella no. Ni ella ni Tana merecían aquello.
- ¿Preparado? - preguntó Alex.
- Gracias por acompañarme en esto - me sinceré.
- Cuándo quieras - sonrió
Habíamos decidido que conduciría él por si me atacaban los nervios. Al principio no estaba muy cómodo con aquello, pero tras mucho pensarlo, entendí que tenía razón. No era buen momento para morir en un accidente de tráfico.
- ¿Qué tal con Miranda?
Sonreí - Mir siempre consigue hacerme olvidar lo hija de puta que puede llegar a ser la vida.
- ¿Te la follaste?
- Alex - gruñí - No, no me la follé, pero te agradecería que no dijeras eso de ella.
- ¿Esperas qué me crea qué en todos los años que os conocéis no habéis follado? - rió
- Hace muchos años de eso - suspiré recordando lo bien que se sentía su cuerpo debajo del mío - Además, calabaza y yo hacemos el amor
- Nenaza
- Conduce - sonreí para mi mismo.
Media hora después, Alex aparcó justo al lado del coche de mi madre. Había llegado el momento de enfrentarme a todo aquello, empezando por mi padre.
Vi al abogado de mi madre a la puerta intercambiando varias frases con alguien del tribunal, algo que no me olía nada bien. Busqué a mi madre con la mirada por todos lados, pero sólo me encontré viendo a lo lejos a mi padre. No podía olvidarlo. Seguía teniendo la misma cara con unas cuantas más arrugas, el pelo canoso y su vestimenta de hombre de dinero. A su lado, una preciosa mujer, bastante más joven que él, se aferraba a su mano con soltura y elegancia.
Mi padre había evolucionado.
Nos miramos fijamente intentando saber qué hacer.
- Hijo - se limitó a decir.
- Hola Brandon. Buena suerte - me limité a decir saliendo de allí lo más rápido posible.
En la sala, una mujer se acercó a mi lado
- ¿Jason David verdad? - asentí
- ¿Quién es usted?
- Lucy Millers. - iba bien vestida - Lo siento cielo - dijo con dulzura - pero tu madre nos ha pedido qué abandones la sala.
- ¿Cómo? ¿Me estáis expulsando de la sala?
Asintió con pena.
ESTÁS LEYENDO
Déjame caer contigo.
Teen FictionMiranda regresa a la ciudad para comenzar sus cursos en la universidad que soñó de niña, sabiendo que allí ya nada será como cuándo se fue, empezando por sus amigos. Sabe que ya no es la misma niña que se fue por miedo a no encontrar las respuestas...