¥ Vingt ¥

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Fui sigilosamente, por lo que ni siquiera alzó la vista de sus manos.

Me estaba arrepintiendo a dos centímetros de su mesa. No podía hacer esto.

Tratando de retroceder con cuidado choqué con una silla, llamando la atención del ruloso.

Titubeando cosas que ni yo comprendía, me acerqué con la cabeza baja y dejé la taza y el libro frente a él.

—Gracias— pronunció suave.

Quería verlo con todas mis fuerzas, tal vez estaba sonriendo.

De a poco levanté la mirada y él estaba viéndome fijamente, ni siquiera inmutándose cuando le devolví la mirada.

—Uh...— dije, nervioso—. Si, em, si necesitas algo más, solo llama a alguien— sugerí, a punto de irme.

—¿A alguien o a tí?— preguntó, ladenado un poco su cabeza.

Al instante me puse nervioso, más no incómodo. Quería responderle que a mí, que me llamara únicamente a mí, que yo no me cansaría de verlo o atenderlo, pero pienso cosas y digo otras —cuando no pienso en voz alta—.

—A... um, a quien tu quieras— farfullé, dando un paso atrás.

Escuché como susurro algo, y acto seguido me tomó del brazo.

Di un respingo para soltarme como acto reflejo, pero su agarre era firme.

—¿Q-qué haces?— pregunté tímido, con mi corazón latiendo a mil, sentía la necesidad de hacer o decir algo que ni yo sabía.

—Te invito un café— propuso, sonriendo tan solo un poco—, o un té, capuchino, agua. Lo que quieras.

Parpadeé algo confundido, pero asentí lentamente, analizándolo con la mirada.

—Genial, le pediré la orden a Nadine. Espérame un momento, Cal— dijo apresuradamente y se fue.

«¿Cómo sabe mi nombre?»

Graffiti et Livres ||Cashton||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora