La Selva

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Continuamos nuestra caminata de manera lenta afortunadamente, mi cuerpo se siente muy pesado después de haber chocado contra el campo de fuerza, y por primera vez en meses me cuesta caminar con mi prótesis. Katniss toma la delantera después de alegar poder escuchar un sonido, zumbidos,  proveniente del campo de fuerza, explico que lo puede escuchar con el oído que le reconstruyeron después de nuestros primeros Juegos. Me creo toda la historia por unos minutos hasta que veo que toma unos frutos del suelo y empieza a tirarlos contra la invisible fuerza que marca el limite de la arena ¿Por qué invento tal historia? ¿Por qué no decir la verdad? Ah, Finnick, por supuesto ella no revelara nada que le pueda darle cierta ventaja por sobre nosotros. Tal vez morir me hizo mas sentimental o trajo de vuelta al viejo Peeta, pero repentinamente me veo teniendo un enfrentamiento en mi cabeza. La parte de mi que quiere que muera cada uno de los vencedores en esta arena para mantener a Katniss con vida aun resuena fuerte en mi cabeza, pero también esta la parte que quiere hacer entrar en razón a cada una de estas personas, no hemos sido creados para matarnos, ni para destruirnos ¿Por qué lo hacemos entonces? ¿Cual es el punto? ¿Por qué la población del capitolio no abre sus ojos para ver lo que realmente son estos juegos? 

 Mags que se encuentra a unos pasos delante de mi decide terminar con parte de su malestar y comer de los frutos que Katniss ha estado arrojando contra la barrera.

-¡Mags!- Grita Katniss- Escupe eso. Podría ser venenoso

La mujer la ignora relamiéndose los labios con aparente deleite. Los ojos de Katniss buscan ayuda en Finnick que se limita a sonreir con los labios apretados

-Supongo que lo averiguaremos-dice el como si nada.

Tal vez ambos pactaron que cada uno decidiría como irse y a este punto la sed y el hambre deben ser una buena razón para arriesgar la vida, por lo menos lo debe ser en una mujer de la edad de Mags. Siempre pensé que era completamente injusto mandar a un niño de apenas doce años a estos juegos, de enfrentarse con algún profesional de diecisiete años de seguro moriría, y en este caso pienso lo mismo con respecto a Mags, y ella esta consciente del hecho que nunca saldrá de aquí ¿Cómo podrá ser justo mandar a una anciana a enfrentarse con jóvenes adultos? La mayoría de nosotros aun estamos en buenas condiciones físicas, a excepción de los morphlings, Mags no tiene la mas minima oportunidad de sobrevivir a un enfrentamiento contra otro vencedor ¿Pero quien podría ser tan frio de mente y corazón para atacar a alguien que no puede defenderse? Probablemente despues de mi anuncio sobre mi bebe en el vientre de Katniss, sobre nuestro bebe ficticio, las personas pudieron experimentar por primera vez esa sensación de injusticia en la desigualdad que existía sobre las peleas. Es imposible que una inocente criatura, una que aun no ha nacido, pueda defenderse ante asesinos entrenados.

El dolor en mi cuerpo incrementa despues de caminar sin descanso por horas. Empiezo a caminar arrastrando mis pies, la falta de aire fresco hace que el pecho me duela aun mas, como si una fuerza invisible me empujara hacia atrás cada vez que quiero avanzar. La simple acción de caminar se ha vuelto un desafio, empiezo a sospechar que tal vez el toque eléctrico del campo de fuerza pudo haber afectado alguna parte de la prótesis de mi pierna ya que no puedo apoyarla con total firmeza 

-Tomemos un descanso- dice Katniss repentinamente- tengo que echar un vistazo desde arriba.

Mientras Katniss trepa el que parece ser el árbol mas alto de esta zona, apoyo mi espalda en su tronco para descansar. Mags se sienta en una roca frente a mi y Finnick se mantiene alerta mirando en todas las direcciones posibles. Mags hace una señal para que me siente junto a ella, pero temo que si lo hago no pueda ponerme de pie nuevamente.

- El campo de fuerza nos tiene atrapados en un circulo. Una doma, en realidad. No se

hasta donde llega de alto. Esta la Cornucopia, el mar, y despues la selva todo alrededor. Muy

En Llamas: Punto de Vista de Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora