Capítulo 04

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Luego de abordar durante tres horas en aquel ferry, se sentía un poco mas calmado. La brisa del viento era cálida mientras que el azul profundo y a la vez misterioso del mar le tenia encantado, se sentía en paz luego de años.

Rápidamente se bajo para dirigirse a otro ferry que lo llevaría a una isla mas pequeña junto a su abuela, la que cabe mencionar no veía hace años, tal ves unos 20 para ser exactos. Suena ridículo que quisiera escapar a sus brazos, cuando apenas tenia vagos recuerdos de ella pero los pocos que tenia, los atesoraba como los mejores.

Camino alrededor del puerto hasta ver una pequeña barcaza, un tanto destartalada pero que al fin y al cabo cumplía con la función de llevarlo a Udo. No tenia dinero consigo, pero el dueño se compadeció al ver semejante chico con los ojos hinchados, maquillaje corrido, pelo enmarañado, un esmoquin arrugado. Se apiado y lo dejo subir brindándole de paso, una sincera sonrisa. Le pediría dinero a la abuela para pagarlo después. Como decidió irse en aquella pequeña barcaza, demoro un poco más de tiempo, al momento de bajar le prometió al señor que le pagaría eventualmente, pero el negó con la cabeza. De todas maneras algo haría para agradecerle. En el camino tuvo que preguntar por la señora Youngok, que poseía una pequeña pastelería. Y si, su abuela era repostera o eso recordaba. Luego de caminar por media hora se detuvo en una pequeña tienda, que tenia unas hermosas enredaderas y flores en su entrada. Tomo un respiro y se decidió a entrar.

Era una pequeña habitación con un mostrador donde se mostraban diferentes tipos de pasteles, humilde y hogareño como recordaba. Se sentía cómodo estando allí, al cabo de unos segundos se asomo una señora de avanzada edad y con semblante un poco serio, miro al chico pelinegro frunciendo el ceño. No todos los días ves a un "novio" en estas condiciones supuso Jimin.

-¿En que puedo ayudarlo?- Pregunto mientras juntaba sus manos y hacia tronar sus dedos.

-¿Se encuentra la señora Youngok?- Pregunto temeroso.

-Soy ella, ¿Que desea?- Respondió fríamente la mujer.

Jimin estaba paralizado frente a la anciana. Habían pasado veinte años donde solo se comunicaban por medio de cartas y regalos, ¿que le diría? <<Hola abuela, mi supuesto esposo se acostaba con mi mejor amigo y los encontré engañándome minutos antes de casarme>> Algo así debería decir pero solo corrío hacia ella y lloro, con fuerza y muchos sentimientos encontrados.

-¿Jiminnie eres tú?- Preguntó a lo que él nombrado asintió mientras continuaba llorando.

Luego de aquella afirmación su agarre se hizo mas fuerte y por fin luego de años se sentía en paz, refiriéndose al ámbito familiar. Su madre casi nunca se hallaba en casa, su esposo tampoco y las pocas veces que compartían, terminaba con discusiones y feos comentarios hacia el pequeño chico. Muchas veces culpaba a su padre de todo eso, por abandonarlo. Por aquella razón no concurría a visitar a su abuela, no lo quería ver pero ahora las cosas habían tomado otro rumbo, y necesitaba un cambio.

Alrededor de media hora pasó, ambos abrazados y un rincón de la pequeña pastelería. Necesitaba hablar.

-Lo siento, no quería molestarte pero no sabia donde mas ir.- Paso su antebrazo por la nariz.

-Minnie tu nunca molestaras, ademas siempre te he dicho que vengas a visitarme.- Dijo mientras acariciaba su abultada mejilla y bajaba su vista apenada. Jimin se sentía culpable, pero no quería ver a su padre si iba de visita.

-Abuela tu sabes porque no venia.- Dijo mientras hacia un puchero.

-Si lo se, pero otro día hablaremos de ello. Ahora cuéntame con calma y solo si estas listo.- Youngok era delicada y paciente, lo contrario a su madre. Tomó un profundo respiro y procedió a relatar lo que había ocurrido.

-Jiminnie, debes llamar a tu madre. Debe estar preocupada.- Ante lo que dijo solo sonrió cínicamente, a su madre solo le importaba lo que las personas comentaban. Y en sus prioridades desde que se caso con su actual esposo no estaba Jimin.

-Mamá debe estar preocupada por lo que dirán sus amigas en estos momentos abuela.- Dijo con normalidad.

Youngok le miro con tristeza, de seguro no esperaba que dijera eso. Y era comprensible, siempre por medio de las cartas le comentaba cuan perfecta era su vida. Cosa que no era así y nunca lo fue.

-¿Por cuanto tiempo te quedaras Jiminnie?- Pregunto con esperanza mientras sus ojos brillaban.

-No lo se. Solo vine escapando de todo.- Rio un poco.

-Entonces vamos a adentro a preparar tu habitación.- Dijo mientras se paraba y daba vuelta el letrero, indicando que estaba cerrado. Jimin imitó su acción y tomo su mano. La casa era bastante grande para una pequeña anciana. Cada vez se lamentaba y sentía culpable por no haber venido aunque fuera en las vacaciones.

La habitación era simple, a pesar de estar ordenada tenia polvo encima de los muebles, por lo que Youngok comenzó su trabajo de aseo después de darle una muda de ropa un tanto grande a Jimin. Al llegar a la habitación se sentó en la cama mientras comía un trozo de sus deliciosos pasteles, y cuando estaba por terminar se oyó  un ruido en la planta baja que lo hizo dar un pequeño brinco.

-¡Mama, ya llegue!- La abuela miro a Jimin disculpándose por lo bajo a lo que el pelinegro asintió incomodo.- ¡Traje tus chocolates favoritos!- Se sentó al lado de Jimin tomándole las manos, al fin lo vería después de veinte años.

Jimin escuchó con miedo como se abrían todas las puertas del segundo piso, hasta que llego a la que sería su habitación, donde se detuvo y lo observo. Se podía sentir el miedo brotar de el. Sus ojos lo miraban con un pequeño brillo, Jimin por otro lado involuntariamente soltó unas cuantas lagrimas. Ahí estaba el, seguía igual a como lo recordaba solo que con unas cuantas arrugas y el cabello perdiendo de a poco su color

-Los dejo, necesitan hablar.- Dicho esto, la abuela se fue dejándolo con aquel hombre desconocido que se hacia llamar su padre.

"Al fin y al cabo, la vida es el arte del encuentro"

Written in the Stars | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora