Cap. 4- Hypnotism

13.1K 1.4K 871
                                    

Apenas salieron del edificio, Kara caminó hasta su auto y se apresuró a abrir la puerta del piloto para adentrarse en el mismo, lista para arrancarlo. No obstante, Lena permaneció a un lado del auto mirándolo confundida y dándole un toque a la ventana de una de las puertas, sin parecer entender cómo abrir la puerta del carro. Kara soltó una risa y abrió la puerta del copiloto desde el interior del auto, fue entonces cuando la pelinegra hizo un gesto de sorpresa y se adentró en el mismo. Ella parecía una pequeña niña.

—¡Oh, vaya! —exclamó Lena, abriendo sus ojos y acomodándose en su sitio —, esto es bastante cómodo.

Kara soltó una risa, mirándola con burla por el retrovisor.

—No dirías eso si estuviéramos viajando por cinco horas en este mismo coche. —la rubia le dio una mirada a Lena, que no paraba de mirar el frente del carro como si fuera algo extraño —. ¿Qué es?

—No puedo comprender... ¿dónde están los caballos? —esta vez la risa de Kara fue más alta y Lena hizo un pequeño puchero. Nunca le había gustado ser objeto de burla y con la rubia se sentía como una guasona —¿Por qué se ríe?

—¡Es que eres tan graciosa! —Kara siguió riendo un rato, sosteniendo su estómago y negando con su cabeza un poco mientras Lena continuaba mirándola con un mohín —"¿Dónde están los caballos?", por Rao... están en el interior del motor, cariño.

Soltó una última risa antes de girar la llave y encender su auto. Por su parte, Lena escuchó el rugir del motor y abrió sus ojos con sorpresa, mirando el capo del auto a través del parabrisas con una expresión de sorpresa. Se sostuvo del hombro de Kara y agarró con fuerza el termo en sus manos debido al movimiento del carro cuando Kara lo arrancó y la rubia alzó una de sus cejas, sonriendo con gracia al ver a la pelinegra asustada por el arranque.

—¿Qué es esto? —Lena miró sorprendida como ellas estaban moviéndose por las calles en aquel automóvil y giró su cabeza varias veces en dirección a Kara y luego al frente para mirar cómo se movían —¡Esto es increíble!

—¿No había autos en tu época? —preguntó con una sonrisa en sus labios la rubia.

—¡Carretas! —la mujer de piel pálida sostuvo con fuerza el termo con la sangre que bebía y miraba a su alrededor las luces de la calle impresionada —¡Esto es tan impresionante! Tiene aire que sale de esos agujeros así que no debe estar abanicándote... y lo más importante, ¡no tiene que preocuparse por que su caballo se canse o porque al bajarte pise sus heces!

—Ah... bueno —Kara rió un poco, alzándose de hombros —, pero debes preocuparte por no pisar las de un perro callejero o a un vagabundo.

—Qué más hay en este mágico ¿cómo lo llamó? ¿Auto? —la rubia sólo asintió con su cabeza, con su vista al frente, tratando de ubicar un lugar en el que le apeteciera comer —¡Auto, me gusta su auto, Kara!

—Es un modelo del dos mil catorce, pero gracias, me alegra que te guste.

—¿Qué más hace? —Lena sostuvo la sudadera de Kara, quien desvió sus ojos a ella por un segundo antes de volver a mirar al frente —¡¿Puede volar?!

—Eh... no, eso hacen los aviones.

—¿Aviones? —la pelinegra abrió sus ojos con sorpresa —¿Qué es eso? Es como... ¿un globo aerostático?

—No, es... un... ¿ave metálica?

Su respuesta causó un brillo en los ojos de Lena que abrió sus labios con sorpresa.

—¿Hay aves metálicas en esta época?

—Sí... y... bueno, las personas entran en ellos y... vuelan de un país a otro en un par de horas, son para viajes largos, ya sabes, de un estado a otro o de un país a otro, así no debes manejar por días o cruzar el océano en un barco para llegar a Europa, sólo... tomas un avión, vuelas y en unas horas estás allí.

Towards the DawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora