Cap. 21- Drowing

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Respirar dolía.

El ambiente se sentía frío y el silencio era ensordecedor. Cuando entreabrió un poco sus ojos se encontró con pequeñas y brillantes luces que resplandecían en la lejanía; dedujo que se encontraba observando el cielo estrellado. Aunque le costó pudo inhalar un poco y un aroma a frutos silvestres la invadió. Creyó conocer el perfume, sin embargo, no sabía con exactitud decir a quién le pertenecía.

Se sintió mareada y dejando caer su cabeza a su izquierda se encontró con el rostro pálido de una mujer que reconoció por un segundo. Unos mechones de cabello oscuro caían en su rostro, desordenados, sus pestañas largas la hacían lucir femenina, así como el ligero maquillaje que poseía; sus pómulos marcados le daban un aire delicado y, a su vez, sus labios pintados en un tono rojo brillante la hacían ver seductora.

Pero sus ojos.

Kara dejó escapar el aire que había inhalado en forma de un suspiro cuando se encontró con aquellos ojos tan verdes como dos esmeraldas.

Acercó su mano derecha a ella y le dio un pequeño toque a su mejilla, apenas rozando la yema de sus dedos con la pálida mejilla de la mujer de cabellos oscuros. Su piel se sentía tan fría como el ambiente, pero, aun así, Kara sintió una llama naciente en su pecho con apenas tocarla.

La persona frente a ella le sonrió y aquella fue la última imagen que obtuvo de la mujer antes de que su rostro comenzara a desvanecerse, como si de humo se tratara. Estiró su mano a ella, tratando de alcanzarla, no obstante, cuando lo hizo desapareció por completo y ella permaneció en la oscuridad, con nada más que luces a su alrededor.

Si antes respirar se le dificultaba, en el momento en que la mujer desapareció se le hizo imposible. El dolor en su pecho se lo impedía y conforme las luces en el firmamento se disipaban la desesperación la invadió.

Deseó gritar el nombre de la mujer, no obstante, no tenía idea de cuál era.

De hecho, no tenía idea de quién era aquella persona.

El pánico la invadió cuando se dio cuenta de que ni siquiera podía recordar nada más allá de los ojos verdes brillando en la oscuridad. El rostro que acababa de ver se convirtió en nada más que una mujer de piel pálida y cabello oscuro, con profundos ojos verdes.

Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin que comprendiera el por qué y el inmenso dolor en su pecho la hizo liberar el aire que luchaba por contener, entonces, como si de lava se tratara sintió el agua entrar en sus pulmones; quemándola.

Adiós, Kara.

—¡Espera, no te vayas!

Sentándose en su lugar de forma rápida, Kara estiró su brazo hacia adelante; entonces se dio cuenta de que había sido un sueño... uno que no recordaba. Miró a su alrededor; encontrándose con que se hallaba sola en una habitación blanca de hospital. Los rápidos pitidos de la máquina que estaba conectada a ella llamaron su atención y la miró confundida.

Respiró lentamente, tratando de calmar su agitada respiración y apartó aquel pequeño tuvo que rodeaba su rostro y pasaba por su nariz, ayudándola a respirar. Miró su mano izquierda, la cual poseía una vía conectada a una bolsa de suero.

—¿Qué es? ¿Dónde?... ¿cómo es qu-

Por la puerta a su derecha entró rápidamente una doctora de rasgos asiáticos que la miró sin inmutarse siquiera. Sin muchos miramientos sacó una linterna de su bata blanca y se acercó a la camilla en la que Kara se encontraba. La puso justo en sus ojos y solo por inercia, Kara miró la luz blanca de la linterna, sintiendo un extraño escalofrío recorrerla.

Towards the DawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora