Kara tenía una nueva especie de rutina desde que vivía con un ente oscuro que bebía sangre.
Despertaba antes de que Lena se fuera a dormir y la pelinegra, en su afán de querer que tuviera una dieta balanceada, tenía listo su desayuno y su almuerzo para llevar; lo cual ella agradecía enormemente. Lena le era de gran ayuda desde que decidió preparar su comida y le ahorraba una gran cantidad de tiempo, y a modo de agradecimiento Kara solo se encargaba de llevarle una bolsa de sangre fresca.
Durante ocho o diez horas Kara permanecía en el hospital y cuando salía del mismo era su obligación verse con Verónica, entregarle lo que le encargaba o recibir un encargo para luego poder volver a casa. Algunas veces Lena continuaba durmiendo, otras, se encontraba en el baño esperando el ocaso o en el techo de su habitación evitando que la luz solar llegase a tocarla.
En las noches Lena se encargaba de preparar su cena mientras ella hacía algo de ejercicio, algo que Lena veía inusual en "una dama". Cenaban juntas mientras miraban la televisión, Kara comía lo que sea que Lena preparara y la pelinegra bebía alguna de las bolsas sangre. La rubia no estaba muy acostumbrada a cenar con alguien, de hecho, no estaba acostumbrada a convivir con alguien más, pero comenzaba a acostumbrarse a contestar las preguntas inocentes de Lena al ver alguna cosa en la televisión que no comprendía.
Los fines de semana solía ir a fiestas, sin embargo, ese en particular decidió permanecer en casa.
Había comprado unas cortinas gruesas y negras, que evitaban el paso de la luz al interior de su departamento y las había puesto tanto en la sala como en su habitación para que de esa forma su acompañante no se quemara. Descubrió que le gustaba mirar a Lena, cuando bebía de forma inocente su sangre por medio de una pajilla, cuando observaba la televisión o estaba sumergida en una lectura, cuando cocinaba para ella. La pelinegra tenía una delicadeza en sus gestos dignos de una dama de la nobleza y eso le gustaba.
Se percató de que nunca antes la había visto dormir, excepto cuando ella estaba dentro de su ataúd. Se veía tan tranquila, su respiración pausada causaba que su pecho subiera y bajara en un ritmo lento e incluso estando dormida, cuando se removía en la cama lo hacía con una delicadeza y gracia que a Kara le pareció sorprendente, pues aún de forma involuntaria ella era una dama.
Sonrió, sintiéndose enternecida por la pelinegra y se levantó de la cama, iniciando su sábado prácticamente al mediodía. Lena no había podido preparar su comida para el siguiente día la noche anterior debido a que asistieron a la fiesta de James así que optó por salir a comprar comida rápida. Ese día se encargó de hacer la colada y jugar algunos videojuegos, recogió el correo, encontrándose con un pedido que había hecho tres días antes y solo cuando el sol comenzó a ocultarse y Lena no despertaba fue que decidió entrar a su habitación para por fin despertar a la mujer pelinegra.
Por primera vez en su vida sintió que no quería hacer algo de forma brusca así que con una sutileza que desconocía que tenía, acarició uno de los pómulos de Lena, causando que ella frunciera un poco el ceño. Rozó sus largas pestañas haciendo murmurar algo incomprensible a la pelinegra y su sonrisa solo pudo ensancharse ante el gesto que Lena hizo en ese momento. Una traviesa idea llegó a su mente, la cual consistía en hacer un pequeño corte en su dedo y acercarlo a la pelinegra con cuidado. El efecto en ella fue inmediato, pues abrió su boca y sacó un poco su lengua, queriendo lamer el dedo de Kara, que lo alejaba de su alcance con una sonrisa maliciosa en los labios.
—Kara... —su nombre salió en forma de suspiro de los labios de la pelinegra —, mi dulce Kara.
Una gota de su sangre resbaló de su dedo hasta la boca de Lena, que tomó su mano en el aire. Llevó su dedo a su boca, chupándolo con deleite, acariciando con su lengua la herida que poseía el mismo y haciendo que el calor comenzara a invadir a la rubia de forma casi inmediata. Sacó su dedo de la boca de Lena, que soltó un quejido.
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Towards the Dawn
FanficKara Danvers es una joven de veintidós años que, resentida con la vida por su dura infancia, ha estado en malos pasos desde su adolescencia. Desde que llegó a National City ha estado teniendo deudas con Verónica Sinclair, quien por la alta suma de d...