Cap. 17- Christmas

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Lena observó a los hombres frente a sí totalmente seria. Eran tres y aunque dos de ellos parecían bastante serenos, uno parecía estar al borde de un colapso, y no era para menos. A falta de fichas, ese hombre había colocado las llaves de su auto y por lo que leía en su mente él no tenía más que un doble par. La tensión en la mesa podía ser cortada con un cuchillo y Lena se removió en su sitio, ajustando un poco su escote al escuchar los pensamientos del hombre a su mesa en la izquierda, que no había parado de pensar en lo bien que se veía y un par de cosas más vulgares que le molestaron.

Buscó a Kara con la mirada por el casino, sin embargo, no logró verla y decidió enfocar sus ojos de nuevo en el hombre a su derecha. Se suponía que era su turno y él decidió simplemente pasar, él tenía una escalera de color y era probablemente el más peligroso para Lena. Ella contuvo su sonrisa cuando hizo el descarte de aquella baraja que arruinaba su mano. Se removió en su lugar, intentando lucir indiferente ante los ojos de los hombres, que no paraban de mirarla como si fuera un pequeño filete tierno al que deseaban llevarse a la boca.

Kara le había prometido que sería el último casino en el que jugarían, pues durante dos semanas ellas no habían hecho más que aumentar los números en la cuenta de banco de la rubia y para ello, Lena había recibido clases privadas de la rubia de cómo funcionaba aquel juego de barajas, que a la vampira le pareció bastante interesante ya que tenía que ver con matemáticas, al contrario que los otros que eran más de azar.

Era el turno de quien había repartido y con eso llegó la hora de hacer envite. El hombre de su derecha colocó tres fichas amarillas y el de su izquierda chasqueó su lengua, golpeando la mesa con frustración. La reacción del que había apostado su coche la hizo sentir mal, él incluso comenzó a llorar, maldiciendo varias veces mientras tiraba las barajas en la mesa. El hombre a su derecha la miró y Lena tomó seis fichas amarillas y diez azules colocándolas en el centro de la mesa en donde se encontraban el montón de fichas que habían sido amontonadas por largos minutos.

Él la miró sorprendido y subió un poco más su apuesta colocando las mismas fichas que ella y un par de negras. Lena igualó la apuesta y anexó otra ficha amarilla.

—¿Te crees con suerte, señorita? —habló el hombre, haciendo que Lena arqueara una de sus cejas —. Tu mano es muy buena o eres muy tonta.

—¿Tonta? —preguntó ella, sintiéndose ofendida. Decidió que tenía que dejar a aquel hombre en la ruina de ser necesario —. Veamos quién es el tonto, caballero.

Colocó diez fichas azules y él frunció el ceño. Igualando su apuesta le sonrió con autosuficiencia. Entonces Lena se alzó de hombros. Colocando sus cartas en la mesa él hizo un gesto con sus cejas que le indicaba que deseaba que ella hiciera lo mismo. Notó el anillo en el dedo de Lena y le sonrió con coquetería.

—Una señora casada... ¿no deberías estar preparando la cena de tu marido?

Con ese comentario sarcástico él volteó su mano, no sorprendiendo a Lena para nada.

—Sí, debería estar preparando la cena de mi esposa... —Lena volteó sus cartas, mostrando su escalera real y dejándolo impresionada —, ¿no debería estar usted golpeando la mesa?

—¡Eso es una mierda!

—Es un placer hacer negocios con ustedes, caballeros. —Lena se levantó de su lugar en la mesa, inclinándose sobre la mesa para tomar las fichas y arrastrarlas en su dirección —. Realmente fue muy divertido.

—¡Eso es trampa, ella ha ganado tres juegos seguidos! —él de su derecha se levantó, tomándola del brazo para evitar que tomara las fichas —, ¿quién carajos es tu cómplice?

Towards the DawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora